sábado, 24 de abril de 2021

RADIOGRAFÍA DEL MIEDO

 a Karmelo C. Iribarren

Todos
alguna vez
hemos mirado debajo de la cama
dentro del armario
o detrás de la puerta
en busca de un monstruo
que nunca apareció

en el fondo
deseábamos
que estuviera ahí
poder nombrarlo
darle forma
luchar contra él
con todas nuestras fuerzas

pero nunca estaba

eso sí que daba miedo

Itziar Mínguez Arnáiz

ANATOMÍA

 Quien situó
el amor
en el corazón

el odio
en las tripas

y el miedo
en la garganta

olvidó decirnos
dónde diablos
colocar la indiferencia

 

 Itziar Mínguez Arnáiz



jueves, 22 de abril de 2021

NO CONTESTES


Tú que no crees en lo eterno
ni tampoco en lo fugitivo
¿qué podrás ofrecerte?:
exorcismos, conjuros,
el viejo rito de la digestión,
la sonrisa que no te pertenece,
la ofuscación del árbol,
el candor de la piedra.
No contestes,
acógete a las reglas
y que den testimonio de ti
los puntos suspensivos.

Francisca Aguirre


martes, 20 de abril de 2021

UNA MALA DISPOSICIÓN

 Quizás tuvo la culpa
una mala disposición de mi esqueleto.
Seguramente me falló la osamenta.
Debo de tener la tráquea demasiado estrecha
y cualquier cosa le molesta
se irrita y trago mal.
El caso es que aquel hombre
estaba hecho una furia y todo le estorbaba:
los mendigos los chinos los rumanos.
Estaba hasta los pelos de las quejas de las mujeres.
Y se puso a decir que
lo que hacía falta era una mano dura como antes.

Y a mí me dio por toser
y terminé escupiéndole.

Francisca Aguirre

domingo, 18 de abril de 2021

NO OS CONFUNDÁIS

Y cuando ya no quede nada
tendré siempre el recuerdo
de lo que no se cumplió nunca.
Cuando me miren con áspera piedad
yo siempre tendré
lo que la vida no pudo ofrecerme.
Creedme:
todo lo que pensáis que fue destrozo y pérdida
no ha sido más que conjetura.
Y cuando ya no quede nada
siempre tendré lo que me fue negado.
No os confundáis: con lo que nunca tuve
puedo llenar el mundo palmo a palmo.
Tanto miedo tenéis que no habéis advertido
la riqueza que se oculta en la pérdida.
Desdichados,
poca ganancia es la vuestra
si nunca habéis perdido nada.
Yo sí he perdido:
yo tengo, como el náufrago,
toda la tierra esperándome.

Francisca Aguirre

viernes, 16 de abril de 2021

DESPEDIDA

 


Decir adiós quiere decir tan poco.
Adiós dijimos a la infancia
y vino detrás nuestro como un perro
rastreando nuestros pasos.
Decir adiós: cerrar esa obstinada puerta que se niega,
la persistente cicatriz que destila memoria.
Decir adiós: decir que no; ¿quién lo consigue?
¿quién encontró la mágica llave?
¿quién el instante que nos desliza hacia el olvido,
la mano que extirpará raíces
sin quedarse para siempre cerrada sobre ellas?
Decir adiós: volver la espalda; pero
¿quién sabe dónde está la espalda?
¿quién conoce el camino que no muere en el pisado atajo?
Decir adiós: gritar porque se está diciendo
y llorar porque no se dice nada;
porque decir adiós nunca es bastante,
porque tal vez decir adiós completamente
sea encontrar el recodo donde volver la espalda,
donde hundirse en el no definitivo
mientras escapa lentamente la vida.

 Francisca Aguirre

miércoles, 14 de abril de 2021

LOS BIENAVENTURADOS

 […] ellos poseerán la tierra

Los fieles, los constantes,
los condenados a lo eterno,
los asombrados de una sola vez,
los que solo confían en el miedo,
los que edifican sobre el desengaño,
los cuidadosos que cosechan pasos,
los fareros de la rutina,
los cómplices tenaces del trabajo,
los que se mueren razonablemente,
esos que en tantas ocasiones
desearían con urgencia
que hubiese un dios al que pedir socorro.

Francisca Aguirre

lunes, 12 de abril de 2021

Página con mujeres

 


Las mujeres de la mañana,

recorren el mercado del pueblo

como aves en un jardín;

van de las frutas a las flores,

de las verduras a la carne

y sus manos son alas

batiendo donde posarse.

Las mujeres de la mañana

hacen del mercado

…………………………………..un Paraíso.

Homero Carvalho Oliva


sábado, 10 de abril de 2021

LA FUENTE MAYOR (Sierra de Mágina)

 Cae el agua sobre la piedra
y vuelve a caer sobre el agua.

La fuente viene de un río
que eternamente derrama
el agua que da a la vida
las luces de la abundancia.

El agua suena en la noche
en el silencio mojada.
El monte conduce al agua
muy dentro de sus entrañas.

Entre las sombras del viento
y entre las nubes rosadas,
entre las sierras de Mágina
nos abraza la mañana.

Hoy me abraza tu presencia
y me abraza la esperanza.

Y el monte conduce al agua
muy dentro de sus entrañas.

 Manuel Ruiz Amezcua

jueves, 8 de abril de 2021

DE LA RAZÓN CÍNICA

 

Las apariencias no engañan
J. R. Jiménez

Son actores de reparto,
convertidos en guiñapos.
Son los mismos de siempre
en gira permanente.

No se les caen de la boca
las grandes palabras.

La retahíla es larga.

Libertad, justicia, igualdad, progreso,
dignidad, verdad, democracia y demás
compañeras de viaje.

Las escupen a diario
hasta en el baño.

Gracias a ellas, se colocaron
en la primera fila.

Gracias a ellas, prometen
la tierra prometida.

Son las mismas palabras
que usaron los de siempre
para honrar su justicia
y ocultar la injusticia.

Aunque todo ha sido una gran mentira,
con las mismas palabras
nos siguen prometiendo
la tierra prometida.

De esas grandes palabras sabe mucho
el dios de la mentira.

Son las palabras huecas
de la ética democrática,
que ni fue ética, ni es democrática.

Son las palabras fijas,
que también los tiranos
tuvieron de pupilas.

Como quien tiene el poder,
y puede hacer daño,
los viejos demonios
perseveran en su ser.

Su verdadera tradición
descansa en la traición.



martes, 6 de abril de 2021

EL JUDÍO ERRANTE (Uriel da Costa, hereje)

 

Yo, Uriel da Costa, judío,
un extraño para todos,
desde el púlpito de la sinagoga,
leí la confesión de mis errores
y sufrí treinta y nueve latigazos,
y fui pisoteado por los míos,
atado al frío de la piedra.

Por todo lo que sigue
fui condenado.

Viví de niño donde
todos sospechaban de todos.
Porque los hombres, desde siempre,
organizan su reino
a través de la astucia y la mentira.
Y por eso declaro lo que sigue:
que todo lo que escribo
me traerá la muerte.

Dios no hizo ningún alma
separada del cuerpo.
El alma es engendrada
por nuestros mismos padres.
Igual que le sucede
al alma de los demás animales.
El alma nunca sobrevive
a la muerte del cuerpo.
Nada escapa
a la condición mortal.

Las leyes orales son invenciones
de hombres ambiciosos,
que nada tienen que ver con Dios.

No tenemos necesidad ninguna
de la parafernalia de los ritos.

Los hombres, desde siempre,
organizan su reino
a través de la astucia y la mentira.

Y no saben el yugo
que van a colocar sobre sus nucas
los que abrazan la religión.

Todo lo tienen montado
sobre la injusticia.

Y nos engañan todos cada día.



domingo, 4 de abril de 2021

LA CASA DEL PADRE

 


En mi casa las vacas tenían nombre
y los becerros asaltaban los cielos
abrazados por las ubres.

Desde el amanecer,
oíamos sus nombres.
Se llamaban Lucera, Regalona,
Carmela y Mariantonia.

En los ojos de aquellos animales
los motivos del mundo
nunca eran extranjeros.

Nos defendían del frío
con el calor de sus cuerpos.
Nos defendían del hambre
con la blancura de su leche.

Nos daban esperanza
y nos ayudaban a comprender
que el mundo era como creíamos.

Después de tantos años,
en el silencio de la noche,
cuando aparece el sueño cada día,
he empezado a pensar
que, desde hace mucho tiempo,
las raíces de los hombres
fueron arrancadas de la tierra.


viernes, 2 de abril de 2021

Sobrevivientes

yo conozco tu locura porque también es la mia

somos locas rebeldes
locas de estar vivas
locas maravillosas
estrafalarias, floridas

ovejas negras
descarriadas sin remedio
vergüenza de la família

piezas de seda fina
amazonas del asfalto
guerrilleras de la vida

locas de mil edades
llenas de rabia y gritos
buscadoras de verdades
locas fuertes
poderosas
locas tiernas
vulnerables

cada día una batalla
una norma que rompemos
un milagro que creamos
para poder seguir siendo

locas solas
tristes
plenas

mujeres locas, intensas
locas mujeres ciertas.


Rosa María Roffiel

martes, 30 de marzo de 2021

MUJERES TRANSPARENTES

Existen mujeres transparentes que fueron concebidas por los dioses. Son, como el perfil del aire: livianas, ingrávidas, etéreas.
Su delicado tacto se asemeja al beso de los ángeles y la fragilidad de su mirada a la de la porcelana china. Cuando lloran liberan minúsculos cristales que se evaporan al contacto con el aire y su piel deja al descubierto con igual proporción el alma, las arterias, los órganos vitales o el pensamiento.
De noche, cuando duermen, reflejan en las sábanas imágenes oníricas o apasionadas escenas de jóvenes amantes; sus pechos parecen vidrieras por donde asoma los ojos el amor.
Son criaturas de largas piernas, con muslos interminables, cabellos de fuego y delicadas cinturas. Al andar imitan el movimiento de un océano de trigo movido por el viento y en sus brazos siempre habita la vida.
Me gustan las mujeres transparentes, sencillas, sin cubiertas ni máscaras. Siempre tuve debilidad por la delicadeza con que fueron agraciadas.

José Sarria

domingo, 28 de marzo de 2021

A pesar de los palos

A pesar de los palos,
de las zancadillas,
de las caricias con trampa,
de los sueños rotos.

A pesar de la maldita muerte,
que demasiadas veces
ha golpeado a tu puerta,
de los fantasmas
que algunas noches
rondan tu almohada.

A pesar de la locura
y el desarraigo que llevó tus huesos
por diferentes geografías.
A pesar de todo eso
no has perdido la ternura,
ni has construido muros,
ni has dejado que te devore el rencor.

Y aunque hoy te embargue la tristeza
y el cansancio entorpezca tus pasos,
ten presente que tu mirada solidaria
y tu verbo sin disfraz,
son necesarios como el aire
al igual que tu capacidad de reír
y tu enorme caudal para amar.

Silvia Cuevas-Morales

viernes, 26 de marzo de 2021

Punto final

 

Iban los vencedores con sus himnos
y su orgullo, y su grito, por las calles.
Las palabras del júbilo eran rosas,
guirnaldas y banderas. Bienvenidas.

(Por la raya del mar, el barco iba
—el último de todos— hacia lejos:
el exilio, la angustia, el cielo extraño,
la extraña tierra…  Sangre en las raíces.)

Ese himno ya no. !Callad, silencio…!
Tuvimos que aprendernos las palabras
del nuevo modo de salvar el mundo,
la música del pez en la pecera.

(Los himnos fenecidos, los pusimos
detrás de la memoria. Con ramajes
y camuflaje de hojas. Encerrarlos
era como enterrar la infancia en ellos.)

Desfiles. Tiempo nuevo. No pudimos
adaptarnos muy pronto. Más desfiles.
Quizá aquella gente extraña era,
en verdad, la verdad. Y la victoria.

(En la raya de Francia, los vencidos,
y en un flanco de España, la derrota:
los heridos, los vivos, y los otros.
El camino final. Y la posguerra.)

Se habló entonces de patria. De los hijos.
De Castilla la grande. Y en los montes
sólo una mano de la muerte
hacía la señal de la cruz sobre la guerra.

(Ellos tuvieron sólo el gran silencio.
Sólo su herida al lado de la tierra,
huesos que hay que olvidar. Muertos de España
a quienes nadie da nombre de muertos.)

María Beneyto

miércoles, 24 de marzo de 2021

Dicen que estoy loca

 

Dicen que estoy loca
porque miro a los ojos.
Porque me gusta
besar sin tregua.
Porque escribo libertad
y abro la puerta.
Porque muestro la otra mejilla,
y se me olvida odiar.
Pero yo no tengo ningún mérito...
porque querer sale solo.
Sin esfuerzo.
Dicen que estoy loca
porque vaciarme el amor,
como se expande el vaho,
es la única forma,
que yo entiendo
de llenar el mundo. 


 Mar Blanco

lunes, 22 de marzo de 2021

Balada del pan amarillo

 (postguerra)

En el pan de maíz, el sol queda
a sufrir con nosotros, amarillo.
Toda la población de la mazorca
nos acompaña así, nos edifica.

Por él acerca el campo su palabra
caída entre los muertos y el otoño,
su balada perdida, sin garganta
que dé salida al canto de la tierra.

En él late la yema de la vida
llena de avispas ciegas, desnortadas,
y bulle un zumo de limón caliente
en el lugar donde la sangre canta.

En el pan de maíz hay una rosa
amarilla de azufre y tristeza;
un acorde, una música de hierro,
quizá una fuerza de astros extinguidos.

Hay un calor dormido junto a un niño,
un fuego a medio hacer con hielo cerca,
una remota fiebre de azafranes
diluidos en mares de ceniza.

Perros hambrientos tienden sus aullidos
debajo de los árboles dorados,
y un aserrín de cálida madera
trepa al silencio en espirales mudas.

Por el pan de maíz, toda la vida
se nos quedó amarilla, pero erecta,
se nos quedó oxidada, pero firme,
y el pan aquél ya es carne, hueso nuestro.

Invisibles canarios que venían
inmiscuyendo su ternura inquieta
en el redondo pan de la amargura
nos daban alas, plumas, voces rubias…

Con el dolor del miedo nos saciaban.
Con su lívido frío. Y nos alzamos
en terca voluntad de crecimiento:
nos quisimos quedar a ver la vida.

Como una flor de liquen, arraigada
en tejado pobrísimo, sin tierra
ni apenas otra cosa que la nube,
así creció y se fue la dura infancia.

(¿Adónde? ¿Con qué escolta ilimitada
de estrellas y nenúfares? ¿Qué signos
sin descifrar dejaba? ¿Qué simientes?
¿En dónde están sus leves huesecillos…?)

Con amarillo pan hemos nutrido
la adolescencia débil y espigada,
el amor primero, lo inefable
de la esperanza: cuanto no tuvimos.

Y si crecimos, si hasta aquí llegamos
con el pan de maíz en las arterias,
fue porque el sol tribal de la naranja
se escondió con tristeza. Y nos sostuvo.

María Beneyto



sábado, 20 de marzo de 2021

Gente que busca su bandera

 

Los que dudan, los que huyen,
los amantes furtivos,
los que dejan atrás alguna idea,

los disidentes,
los hombres calumniados,
los que escuchan la voz de su conciencia,
los individuos marcados por su raza,

quienes desafían el orden de algún modo,

los que cruzan una línea incómoda,
los serenos en el campo de batalla,
los templados que no avivan las hogueras,

los que no son de aquí,
los extranjeros, también los desterrados,

los cobardes, los místicos,
los ateos, los que habitan los márgenes,
las mujeres que derriban una cerca,

los hombres demasiado humanos,
los frágiles, los locos,

los nombres vinculados a un escándalo,
los muchachos tomados por la fiebre,
los viejos que aún defienden la palabra,

los apátridas,
aquellos que buscan su bandera,
los que abren un camino diferente.

Escribe sus historias,
di sus nombres.
Aunque los señalen,
también ellos
están haciendo patria.


Braulio Ortiz Poole

martes, 16 de marzo de 2021

Canadá

Seguidor de la ley y de la patria,
quiero saber de ti,

por qué empuñas el hacha.

No me eres un extraño.
Yo he nacido en la tierra de los inquisidores
y también he temido al árbol que se tuerce.

¿De qué abono brotan tus ramas tan erguidas?
¿Qué te hizo invulnerable a los tornados?

Todo tiene un origen:

antes que una prisión,

en el mismo paisaje habría una pradera,
el captor y el recluso serían niños.

Alguna vez, la espada fue cartón,
seguidor de la ley y de la patria,
alguna vez sería Navidad,
alguna vez, ¿recuerdas?,
habrían llevado un tiovivo al vecindario.

Hombre de Dios y niño,
¿cuándo empezó la caza?

En esa luz de invierno, en tu inocencia,
¿cómo creció la noche y se hizo bosque?
¿por qué el piano eligió la gravedad?
¿cuándo el trébol amargo del verdugo?

Si pudieses mostrar tu corazón,
¿sería fruta o betún lo que enseñaras?
¿el calor de una lámpara de aceite?

Quiero saber de ti,

por qué tus sueños a veces tienen dientes.

Tú que surcas las aguas de lo recto,
¿alguna vez tuviste el mar en contra?

¿hubo alguna deriva?

Al fin de la jornada,
seguidor de la ley y de la patria,
cuando partes el pan como hizo Jesucristo,
¿piensas en Canadá?
¿en el cubierto que falta en otra mesa?
¿miras con compasión al perseguido?

O tal vez, con fervor
-una zarza que arde, pero no se consume-,
una frase te viene a la memoria:
Reprendo y disciplino a todos los que amo.

Braulio Ortiz Poole

domingo, 14 de marzo de 2021

¿Te dejarías coger por quince euros?

 

¿Te dejarías coger por quince euros? me dijo
en la parada del autobús a las 0.42
rodeados de calles vacías y congeladas.
Primero negué con la cabeza, pero luego le dije:
Por dinero, no, pero si pasas la aspiradora y friegas los platos…
Entonces él, a su vez, se negó
y se dio la vuelta abatido para seguir su camino.

Eeva Kilpi

viernes, 12 de marzo de 2021

No importa si olvidaste la maleta

 


No importa si perdiste el equipaje.

Si tu pecho ha renunciado al frío,
si sabes
que un árbol derribado será leña,
que un hombre que ha caído puede erguirse,
si has aprendido eso, que hay vida

más allá de la vida,

más allá incluso del árbol y del hombre,
no importa
el rostro hostil que tenga cada tarde.

No importan los rastrojos o la espina
que hacen de un espejo una amenaza.
Rebelde e imprevisto,
como una flor que brota en una celda
o un agua que circula bajo tierra,
así te incorporas tú frente a las cosas.

No importan los rechazos.
Tantas veces
entregaron tu nombre a la deshonra
o te arrojaron un verbo que era azote
que aprendiste a esquivar
la piedra de la adúltera.

No estás solo.
Toda ciudad no es sino un enjambre
de gente que ha agachado la cabeza.

Este horizonte más que tierra sólida

será tierra caliza,

pero no importa
si sabes
que tú mismo has cruzado los puentes que temblaban
y has logrado avanzar en lo precario.

No permitas que el ruido te confunda,
aunque persistan los cantos de sirena.
Tú hallaste en el silencio
aquello que era hermoso.
Una abadía
que rinde culto a un dios sin ornamento,
que sabe que vendrá el amanecer.

Si está la vida,
no importan los fracasos.

Algunas noches,
en el calor feliz de la amistad,
o cuando duermes al lado del cuerpo de quien amas,
una rara alegría te asalta como un rayo
y te dices: No importa.

Braulio Ortiz Poole

 

miércoles, 10 de marzo de 2021

Malditos sean

Malditos sean los hombres que fabrican montes en llamas,
los que construyen con sus manos edificios de ceniza,
los que incineran el cuerpo verde de la naturaleza.
Malditos sean los hombres que redactan la esquela de los bosques,
los que disfrutan viendo arder la savia,
los que terminan con la vida centenaria de Galicia.
No hay lágrimas suficientes en Asturias para apagar la risa del fuego,
para curar los ojos calcinados de la tierra.
Pero tampoco debe haber perdón
para los que hacen de la catástrofe su idioma
y del fuego su mensaje esparcido por España.
No habrá paz para quien construya árboles caídos,
vida abrasada, madrigueras de carbón.
Que caiga pues la mano más dura de la justicia
del mismo modo que han derribado el pecho del bosque,
la casa de los pájaros, la paz de las aldeas
y la vida que ayer aún latía
en las que hoy son las colinas más tristes de la tierra.

Marwan




lunes, 8 de marzo de 2021

Una mujer que muestra su verdad

 Frances E. Farmer (Seattle, 1913 – Indianápolis, 1970)

Este corazón que llevas siempre a cuestas
y del que no entiendes
su amor tan combustible:
permítele que invoque a sus deidades,
permítele de nuevo el sacrilegio.

Aunque vendrá el rechazo si eres libre,
si en la vida y su fiesta de disfraces

no te pones la máscara.

Alguien te advertirá seguramente:
una mujer que muestra su verdad
ha de ser destruida.

Los hombres de bien señalan con espanto
tu belleza blasfema.
Pero no quieres ser de la mentira
y escupes tu metralla.
Si has de nacer de nuevo,
escoge esta piel sensible al mundo,
este incendio constante:
niega a Dios,
niega a Hollywood,
camina con el fuego.

Ya domarán los bastardos a la fiera,
pero antes,
como se limpia el barro
quien viene de la lluvia,
deja atrás la prudencia.

Sólo vive quien arde.

 

 Braulio Ortiz Poole

 

sábado, 6 de marzo de 2021

No tires las cartas de amor


No tires las cartas de amor
Ellas no te abandonarán.
El tiempo pasará, se borrará el deseo
-esta flecha de sombra-
y los sensuales rostros, bellos e inteligentes,
se ocultarán en ti, al fondo de un espejo.
Caerán los años. Te cansarán los libros.
Descenderás aún más
e, incluso, perderás la poesía.
El ruido de ciudad en los cristales
acabará por ser tu única música,
y las cartas de amor que habrás guardados
serán tu última literatura.
 

Joan Margarit

jueves, 4 de marzo de 2021

Cuando una ya no tiene fuerzas para escribir, tiene que recordar.

 

Cuando una ya no tiene fuerzas para escribir, tiene que recordar.
Cuando una ya no tiene fuerzas para fotografiar,
tiene que ver con los ojos del alma.
Cuando una ya no tiene fuerzas para leer,
tiene que estar lleno de narraciones.
Cuando una ya no tiene fuerzas para hablar,
tiene que resonar.
Cuando una ya no tiene fuerzas para andar, tiene que volar.
Y cuando llegue la hora,
una tiene que desprenderse de los recuerdos,
de los ojos del alma, dejar de soñar,
callarse y plegar las alas.
Pero pase lo que pase, sigue la narración, sigue.

Eeva Kilpi



martes, 2 de marzo de 2021

No importa si olvidaste la maleta

No importa si perdiste el equipaje.

Si tu pecho ha renunciado al frío,
si sabes
que un árbol derribado será leña,
que un hombre que ha caído puede erguirse,
si has aprendido eso, que hay vida

más allá de la vida,

más allá incluso del árbol y del hombre,
no importa
el rostro hostil que tenga cada tarde.

No importan los rastrojos o la espina
que hacen de un espejo una amenaza.
Rebelde e imprevisto,
como una flor que brota en una celda
o un agua que circula bajo tierra,
así te incorporas tú frente a las cosas.

No importan los rechazos.
Tantas veces
entregaron tu nombre a la deshonra
o te arrojaron un verbo que era azote
que aprendiste a esquivar
la piedra de la adúltera.

No estás solo.
Toda ciudad no es sino un enjambre
de gente que ha agachado la cabeza.

Este horizonte más que tierra sólida

será tierra caliza,

pero no importa
si sabes
que tú mismo has cruzado los puentes que temblaban
y has logrado avanzar en lo precario.

No permitas que el ruido te confunda,
aunque persistan los cantos de sirena.
Tú hallaste en el silencio
aquello que era hermoso.
Una abadía
que rinde culto a un dios sin ornamento,
que sabe que vendrá el amanecer.

Si está la vida,
no importan los fracasos.

Algunas noches,
en el calor feliz de la amistad,
o cuando duermes al lado del cuerpo de quien amas,
una rara alegría te asalta como un rayo
y te dices: No importa.

Braulio Ortiz Poole



domingo, 28 de febrero de 2021

Gente que busca su bandera

 


Los que dudan, los que huyen,
los amantes furtivos,
los que dejan atrás alguna idea,

los disidentes,
los hombres calumniados,
los que escuchan la voz de su conciencia,
los individuos marcados por su raza,

quienes desafían el orden de algún modo,

los que cruzan una línea incómoda,
los serenos en el campo de batalla,
los templados que no avivan las hogueras,

los que no son de aquí,
los extranjeros, también los desterrados,

los cobardes, los místicos,
los ateos, los que habitan los márgenes,
las mujeres que derriban una cerca,

los hombres demasiado humanos,
los frágiles, los locos,

los nombres vinculados a un escándalo,
los muchachos tomados por la fiebre,
los viejos que aún defienden la palabra,

los apátridas,
aquellos que buscan su bandera,
los que abren un camino diferente.

Escribe sus historias,
di sus nombres.
Aunque los señalen,
también ellos
están haciendo patria.

Braulio Ortiz Poole

viernes, 26 de febrero de 2021

Se ha plantado el invierno…»

 La casa

Se ha plantado el invierno,
y la casa del pueblo,
y los trigales y llanuras, y la serenidad
que conducen los ríos.
Allí, las ventanas al campo, nuestra casa
vacía. Por el corral
andan las yuntas y el esfuerzo
del carro; duermen
las vertederas. El sol
trae aquel aire de la última fiesta: los ruidos
de artificio, las quincallas, la noria
permitida; el turrón, las trompetas
del niño, el buen tema
del baile.
Bajo la chimenea,
la pana del domingo, las baldosas
viviendo aquel momento alegre, aquella pulsación
de los membrillos.
Si hoy volviese a la casa
preguntaría si es a las nueve la procesión, si sale Juan pidiendo
por las calles, si han traído casetas para tirar, si hay toros
por la tarde, si hay banderillas para el anís o si aquel baile
sigue siendo en la plaza y hay amores
inútiles.
Mi habitación, la mesa de nogal, los libros,
la ventana…; allí estarán las Ciencias Naturales, la Geografía
de los jueves, los vientos, las distancias…
Involuntario, duro,
el nombre de Raquel; la habitación de arriba…
Si volviese a la casa
preguntaría que cuándo es el examen; si deja aún Pilar
una rendija del balcón abierta, o si cruza José
al acarreo, o si sube la sangre del jardín, o si es la primavera,
o son los años, o aquel pecho en sus bodas,
o aquella piel herida.
Los baúles cerrados en la cámara,
la ropa negra de los muertos más próximos, la hora de cenar. Los aleros,
los nidos
de los tordos, las sartenes sin uso, los fantasmas, la bicicleta
sin manillar, sin niño por las cuestas.
Preguntaría,
si hoy llegase a la casa, si sigue allí Miguel
esperando a los pájaros; si se juega a las cartas y se fuma.
O si Andrés tiene novia y nos despierta
la voluntad de amar, «cuéntanos lo del beso»;
o si la madre sube y nos sorprende,
contando labradores en el llano, o campanadas sueltas
de la iglesia.
Si volviese a la casa
negaría la paz. Los tiestos ya no tienen
la sangre de la flor, ni sube el griterío de la plaza, ni se encuentra el jornal
para los olivares, ni está abierto el balcón, ni se ha casado Andrés
con Margarita (yuntas y carros, la lentitud
del buey, las cuevas, los rastrojos…)
ni labradores en el llano
a media tarde, levantando la siega.
Si volviese a la casa
negaría la paz, comprendería
lo duro de esta siesta; vencería aquel miedo.

Diego Jesús Jiménez

miércoles, 24 de febrero de 2021

PROPIETARIOS

 


Porque no poseemos nada,
ni siquiera la vaga sombra del futuro
FRANCISCA AGUIRRE

Me pregunto lo que supone tener una casa propia, heredada o comprada, pero propia.
Una casa que nunca has visto vacía,
llena de cuadros y algún que otro álbum monótono
en donde las fotos no varían de escenario.

Una casa que vaya cambiando con los tiempos,
en la que ya no haya lámparas de araña y ahora las bombillas sean de bajo consumo.
Una casa amplia, familiar, de todos.

Me pregunto si alguna vez alguien
imaginó su casa vacía, muda.
Paredes que ya no le pertenecen a nadie,
losas que no darán más bienvenidas
y puertas que no volverán a abrirse.

Me imagino si alguna vez
alguien imaginó su herencia,
un folio en blanco
en dónde no es dueño de nada,
en dónde ni siquiera figura su nombre.

La única herencia que me queda
son un montón de fotos, en casas distintas,
como si fueran de otras épocas,
de familias diferentes
que solo se parecen a nosotros.

Cristina Angélica



lunes, 22 de febrero de 2021

Busco en aquellas casas vacías a la niña que fui.

Busco en aquellas casas vacías a la niña que fui.
Le pregunto si sigue yendo a comprar,
si ha desembalado la caja de la última mudanza
que aún sigue en el trastero.

Hay quien cierra la puerta para irse de vacaciones
y sale con bolsas de basuras.

Hay quien cierra la puerta para no volver
y también sale con bolsas de basura.

Los recuerdos permanecen en las bolsas, resistentes,
los guardamos para que no les entre el polvo.

He querido volver a tocar el timbre de alguna de esas puertas.

Nunca lo hago.
Nadie abre.

Cristina Angélica


sábado, 20 de febrero de 2021

Ariadna (Una elegía para mi padre muerto)

 

A María Moya Fombellida

Miro la catenaria
como si tú aún
tomaras el tranvía.

Y miro, sin mirar, el cielo; huele
a pájaros y a nube,
a tabaco, a café.

Y me queman los ojos
y pienso en esos trenes de carbón
y en avivar el fuego y en Ariadna,
como si ella pudiera,
ahora que eres pan para la tierra,
mostrar el laberinto con un hilo.

Sandro Luna

jueves, 18 de febrero de 2021

LA MANO DE MI PADRE


Observando la palma de tu mano

veo las penurias del pasado y del futuro.

Observando la palma de tu mano

veo el firmamento de mi infancia,

cuando aún podía volar hasta la luna

y todos mis sueños serían una realidad.


¡Padre! El tiempo ha pasado

he regresado de los sueños a la vida.

He sostenido en mis manos los añicos

de mis sueños destrozados.

Los he molido para protegerme,

los he afilado para mantenerme viva,

los trituré nuevamente,

para ser capaz aún

de amar, tener esperanzas.


¡Padre! Si mi vida nuevamente se hiciera

sé que tú recogerías los pedazos,

a pesar de que te cortarían la palma de tu mano,

a pesar de que te herirían profundamente.


Nguyen Bao Chan


martes, 16 de febrero de 2021

BURBUJA INMOBILIARIA

 

Y soplaré y soplaré y tu casa derribaré
LOS TRES CERDITOS

Los niños no entienden el telediario.
Imaginan su casa en una pompa de jabón,
billetes impermeables, espuma,
el mundo construido sobre burbujas.

No entienden que cuando explotan
todos se lavan las manos.

Cristina Angélica



domingo, 14 de febrero de 2021

2019


¿Qué será de aquellos
dos niños que me pedían limosnas en un restaurante?
Ahora en cuarentena
irán a la playa a pedirle a las sirenas
un abrazo maternal que los ahogue
mientras el mundo se esconde y nadie los procura.
Tengo la barriga llena.
Me pregunto si pensarán en mí.
Siento náuseas,
no tengo
el derecho de escribir
sobre su hambre.

Nelmaries Medina Rodríguez


viernes, 12 de febrero de 2021

Niña pequeña

A Lara Paredes

Si yo no puedo verme,
me miraré en ti;
niña pequeña
que no sabes contar
aunque en los dedos lleves
el misterio del mundo.

Sandro Luna


miércoles, 10 de febrero de 2021

Fogatas

 

Prefieres la mirada pacífica del trigo,
la férrea resistencia del geranio,
el acero que hierve en las aceras…
¿Cuánto dura
la extraña persuasión de lo incurable,
la mano a tientas que en la luz escarba
los signos verticales de la aurora?
Sobre los huecos, sobre la ceniza
tu paso es un azar de lejanías,
la longitud de onda de unos ojos
que en espectro invisible parpadean
allí donde estremeces los sentidos.
Búscame sobre el verde y la cadencia
y encenderemos juntos la fogata
de la tierra baldía y la hojarasca
─lo que primero prende─
de la rígida piel de los archivos.
Con la infracción del tacto de lo leve
abrázame en el aire de tantos espejismos.

Quiero rozar la gracia
de la caligrafía de la bruma.
Abandonarme a ciegas, consecuente,
en los brazos enérgicos del aire
que tambalean certezas sinuosas.

Efi Cubero

lunes, 8 de febrero de 2021

Alcornoques

 

Hay un olor que impregna la hojarasca
de palabra quemada,
lo que mantiene a raya tu propio y terco fuego.
De sobras sabes de su resistencia
ante el aire que arrasa y que devora.
La corteza protege
de ser ese papel vuelto una pira
sobre el bosque abrasado. De nuevo
llega la ebriedad viva del descorche,
la roja desnudez desprotegida,
el emergente desollado anhelo
listo para enfrentarse a otra grafía
de la rugosa albura imprevisible.
Bajo las hojas vive el enigma de todo.
El tono, el ritmo de esas mismas hojas
que escarban sin saber si son raíces
que invierten su función de labrantío.

Efi Cubero

sábado, 6 de febrero de 2021

FORTUNA

 

Por años, disfrutar del error

y de su enmienda,

haber podido hablar, caminar libre,

no existir mutilada,

no entrar o sí en iglesias,

leer, oír la música querida,

ser en la noche un ser como en el día.

No ser casada en un negocio,

medida en cabras,

sufrir gobierno de parientes

o legal lapidación.

No desfilar ya nunca

y no admitir palabras

que pongan en la sangre

limaduras de hierro.

Descubrir por ti misma

otro ser no previsto

en el puente de la mirada.

Ser humano y mujer, ni más ni menos.


Ida Vitale

jueves, 4 de febrero de 2021

Restaurante vegetariano

 A los vegetales se entra
con hambre de animal longevo y apacible, y lentamente
se acaba
la lechuga.

A la carne se va distinto, se ingresa a ella
con ansia orgánica, casi disputándola
como si fuera carne
del día de la resurrección, y se acaba
el bife.

Recuerdas:
para que tú vivieras
tu familia depredaba la tierra para ti,
pollos patos reses cuyes cabritos carne
para convalecer y durar.

El alimento en la boca te relaciona
con el mundo. Hay días de felino
y días de paquidermo. Hoy sean bienvenidas
las benéficas ensaladas, la suave soya y las frutas
aunque tarde:
ya cincuenta años que comes carne
y estás eructando miedo.

Pero hay días que no tienes carnes ni vegetales
sino arena en la lengua. Te explicas: tal vez has comido
una sequedad inicial, insidiosa, de pecho, y nunca
se acaba, el desierto
nunca se acaba.

 José Watanabe




martes, 2 de febrero de 2021

Si te sientes como una bayeta

 

Si te sientes como una bayeta
como una colilla 
como una cáscara,
no riegues tu tristeza,
no existe tu fracaso
(¡El fracaso es el suyo!)
el del que te usó para limpiarse
y te tiró como bayeta vieja,
el que aspiró tu energía,
te disfrutó y pisó como a colilla usada, 
el que mordió tu fruto
y tiró lo que quedó de ti:
la monda y lironda cáscara de terciopelo.
Si eres bayeta,
colilla
o cáscara
¡siémbrate en ti!
y vuelve a florecer en un cuadro,
en un poema, 
o si cáscara,
en el manjar de un niño hambriento.
(Así hice yo)
Gloria Fuertes 

sábado, 30 de enero de 2021

Unas cien veces



 Hay mujeres
que son estaciones de (d)año,
tormentas torrenciales en agosto y estufa
en un diciembre lleno de abandonos.

Hay mujeres
que son pájaros sin alas en un cielo lleno
de recuerdos,
fieras carnívoras al acecho de las ganas
y de esa falta de poder ante la tentación
que sólo es deseo confundido.
Hay mujeres
que son mariposas abstraídas esperando a que
cierren todas las puertas
para acariciarte las mañanas a través
de la ventana,
para sacudirte la mirada en cualquier
dirección ajena a tu rostro.
Hay mujeres
que son animales en celo
aflorando sobre tu pecho abatido.
Hay mujeres
de ojos castaños
con alma de gata.
Hay mujeres
de ojos verdes
con alma de zorra.

Hay mujeres
que son signos de interrogación abierta,
tres exclamaciones siguiendo
una huida.
Un ladrido de madrugada.
Hay mujeres
que justifican el silencio.
Hay mujeres
que excusan la poesía.

Hay mujeres
que son aeropuertos alejados
de los que sólo salen aviones de mentira,
puertos marítimos
en los que vuelves a ser tú,
estaciones de tren
donde se cruzan tantas contradicciones
que encuentras paz.

Hay mujeres
que suenan a herida al tocarlas
y te hacen desear la muerte antes que ellas.
Hay mujeres
que huelen a limpio, a cuerpo inerte,
y te hacen desear invadirles el corazón
y el pecho con la brutalidad de un ejército de flechas.
Hay mujeres
que desordenan tus huellas cuando aparecen
y te hacen desear encontrar tu camino
sobre su columna vertebral.
Hay mujeres
que no se esconden, que quieren sin escarcha en los ojos,
que saben a sed,
y esas,
esas te hacen desear quererlas toda la vida.

Hay mujeres
que esperas siempre
porque nunca llegan.
Hay mujeres
que están en todos los lugares que ocupas
menos en tus manos.

Hay mujeres
que son primeras y únicas,
que sobrevuelan el suelo que pisan los demás,
que son azules y ocupan un sitio
distinto al resto.

Hay mujeres
que crees por encima de todo
y por encima de todo deshacen tus creencias,
que son tiernas, ciertas y dulces,
y con su ternura, certeza y dulzura
parten tu inocencia en dos.

Hay mujeres que abren tus ojos con un soplido de magia
y en el siguiente truco desaparecen,
como la suerte.
Hay mujeres
que te enseñan la moneda por las dos caras:
te besan negándote,
se marchan mientras te nombran,
se quedan en silencio
y desde otros recuerdos te afirman.
Que sólo conocen la palabra derrota
en tu boca.
Que sólo conoces la palabra victoria
en su boca.
Que te aman mientras te olvidan
y olvidándolas las amas.

Hay mujeres
que quieres y no puedes,
que son tanto que no son bastante,
que dándote lo que necesitas olvidan lo que deseas.
Mujeres contra las que no hay razones
que encajan
y conviertes en huida
para darles un sentido.

Hay mujeres
que son aves de paso,
bodas de un día,
amores que salvan tu vida en una noche,
postres eternos en medio de una prisa carnal,
engaños a la rutina,
tu alma animal rendida al instinto de supervivencia.

Hay mujeres
que aparecen como los aciertos:
a tiempo y sin esperarlas.
Que se atreven y se quedan y tienen
el pelo del color de tu almohada,
que se agitan y temes y dan la vuelta
a tus excusas convirtiéndolas en motivos.
Que te aman sin evitarlo
y amas sobre todo por supuesto.

Y
estoy
yo.
Que soy una en todas esas mujeres.

Y
estás
tú.
Que eres todas esas mujeres en una.

 

Elvira Sastre


jueves, 28 de enero de 2021

SOBRE EL FALSO ETIQUETADO DE MERLUZA PROCEDENTE DE ÁFRICA 10 (QUE SE VENDE COMO EUROPEA O AMERICANA)

 Ahora lo sabes,
también los peces tienen que pasar las fronteras,
llorar todas sus afonías,
pedirle impuestos a la luna llena que cada noche se disuelve en sus lágrimas
cuando se ha roto “la cadena de frío” en sus maltrechos corazones marinos.
Pero así es la soledad en el agua cuando se sabe de antemano
que compartirás el envase (con otro solitario) en algún frigorífico,
así son los falsos pasaportes
para los que no saben llorar bajo el agua
y terminan en los supermercados con la carne limpia y sin escamas,
lista para meter al horno.

Nilton Santiago

martes, 26 de enero de 2021

Somos mujeres

 

Miradnos.


Somos la luz de nuestra propia sombra,

el reflejo de la carne que nos ha acompañado,

la fuerza que impulsa a las olas más minúsculas.


Somos el azar de lo oportuno,

la paz que termina con las guerras ajenas,

dos rodillas arañadas que resisten con valentía.


Miradnos.


Decidimos cambiar la dirección del puño

porque nosotras no nos defendemos:

nosotras luchamos.


Miradnos.


Somos, también, dolor,

somos miedo, 

somos un tropiezo fruto de la zancadilla de otro

que pretende marcar un camino que no existe.


Somos, también, una espalda torcida,

una mirada maltratada, una piel obligada,

pero la misma mano que alzamos

abre todas las puertas,

la misma boca con la que negamos

hace que el mundo avance,

y somos las únicas capaces de enseñar

a un pájaro a volar.


Miradnos.


Somos música,

inabarcables, invencibles, incontenibles, inhabitables,

luz en un lugar que aún no es capaz de

abarcarnos, vencernos, contenernos, habitarnos,

porque la belleza siempre cegó los ojos

de aquel que no sabía mirar.


Nuestro animal es una bestia indomable

que dormía tranquila hasta que decidisteis

abrirle los ojos con vuestros palos,

con vuestros insultos, con este desprecio

que, oídnos:

no aceptamos.


Miradnos.


Porque yo lo he visto en nuestros ojos,

lo he visto cuando nos reconocemos humanas

en esta selva que no siempre nos comprende

pero que hemos conquistado.


He visto en nosotras 

la armonía de la vida y de la muerte,

la quietud del cielo y del suelo,

la unión del comienzo y del fin,

el fuego de la nieve y la madera,

la libertad del sí y el no,

el valor de quien llega y quien se va,

el don de quien puede y lo consigue.


Miradnos,

y nunca olvidéis que el universo y la luz

salen de nuestras piernas.


Porque un mundo sin mujeres

no es más que un mundo vacío y a oscuras.


Y nosotras 

estamos aquí

para despertaros

y encender la mecha.

 

Elvira Sastre

domingo, 24 de enero de 2021

Pastor de vientos

 Pastor de vientos, desde
los infinitos horizontes
acuden los rebaños a tus manos.
Seguro el porvenir, miras el ancho
paisaje de colinas, esperando
la brisa que te traiga
aquel aroma dócil a tomillo
o el hondo olor a bosque del invierno.
La lluvia viene luego, infatigable,
y se acuesta a tus pies formando charcos
que emigran hacia el cielo en el verano.
Y por el aire bajan
pájaros y perfumes, hojas secas,
mil cosas
que tú dejas o guardas con mirada profunda.
Cada día te trae una sorpresa,
y tú cantas,
pastor,
cantas o silbas
a las altas estrellas también tuyas.

Ángel González

viernes, 22 de enero de 2021

Lamento

 I

La muerte se nos muestra en los ojos del otro

cuando, de pronto, su mirada se disuelve en agua

y la luz que desprende

se desvanece como brasa en la cerilla.

La vida es un frágil aliento,

una sutil respiración,

el delicado rumor de la seda al doblarse.

Y se va tan deprisa,

esfumándose,

como los hilos de humo

que desprenden las últimas pavesas de la hoguera.

 

Javier Reverte

miércoles, 20 de enero de 2021

Me despido

 Me despido, y no como aquel que se despide

vacío, hueco, no como ese que se relame

ante pareceres dispares, ante adioses que

sólo son hastaluegos.

Me voy como lo que vine, como la antítesis

de lo ario, de lo puro, como aquel susto

que se repite, y no por no prevenirlo, sino

porque siempre es esperado.

Me voy y no sé lo que dejo: ¿amor?, ¿pena?,

¿alegría?, ¿sollozo?, ¿taciturnidad?, ¿apatía?,

¿desazón?, ¿éxtasis?

No sé, ¿vacío?

Dejar, dejo, ¿NO?

 

¿Qué sería de la gloria sin el legado?

Pues eso, que me piro, pero como aquel

que se va sin caminar,

con la sensación de que el camino es corto,

vamos, que me ha sabido a poco;

como aquel que corre como en sueños, sin moverse.

Me voy y no sé lo que dejo,

pero sí lo que me llevo: me llevo ese nosotros, esa identidad

hacia algo que hace que no tenga identidad,

que hace al hacer, que hace deshaciendo.

 

Desde tu masa cubierta de cráneo,

desde lo que queda en ti y sólo en ti,

no extrapolable a otros tú,

sino en tu tú, en se y por se,

quedará un yo, ese yo que sólo aparecerá

con un olor, con una risa, una nota,

un litro, una persona, un ruido, un silencio,

y, lo más importante, un pensamiento.

 

Solo cuando este cúmulo de pareceres

intangibles sea una masa que se simbiotice

con la masa cubierta de tu cráneo, que a su vez

quede simbiotizada con tu cuello,

solo ahí no me habré ido.

 

 Gata Cattana

 

lunes, 18 de enero de 2021

POEMA DE UNA MUERTE ANUNCIADA

 Sólo quiero que esto no termine
en otro de esos tristes
—pero siempre reconfortantes—
poemas de amor.
Otro de esos poemas que inmortalizan
el triunfo de los cobardes
o de los torpes,
y que se anuncian ante nosotros
con promesas
de que una vida juntos
habría sido posible.
Habría. Qué putada.

 

Selam Wearing

sábado, 16 de enero de 2021

EL CICLO DE LA VIDA


Trabajar para ganar dinero
para pagar facturas
y una vez al año ir de vacaciones
a playas de fina arena y agua cristalina,
y alquilar un coche
y aparcar lo más cerca posible de la orilla
e hincar la sombrilla lo más cerca posible del coche;

y compartir
fotografías de las instalaciones del hotel
y de platos de comida
y de esas bebidas con sombrillita
que sólo sirven en el paraíso;

y sonreír en todas las fotos, también,
suplicando:
por favor, creedme,
                               soy feliz.

 

 Selam Wearing

jueves, 14 de enero de 2021

PAZ


Vamos hacia los árboles... el sueño
Se hará en nosotros por virtud celeste.

Vamos hacia los árboles; la noche
Nos será blanda, la tristeza leve.

Vamos hacia los árboles, el alma
Adormecida de perfume agreste.
Pero calla, no hables, sé piadoso;
No despiertes los pájaros que duermen.

Alfonsina Storni


lunes, 4 de enero de 2021

El pan

A Salvador Jiménez, con el ofrecimiento
de mi amistad y mi poesía.

(Puesto sobre la mesa el pan premia y bendice.)

Poned el pan sobre la mesa,
contened el aliento y quedaos mirándolo.
Para tocar el pan hay que apurar
nuestro poco de amor y de esperanza.

Mirad que el pan, entre el mantel,
más blanco que el mantel de hilo blanquísimo,
tiene, como señales de su hornada,
el último calor que no da el sol al trigo.

Mientras que nos invita,
mientras que da su premio conmoviendo
de dichosos temblores nuestras manos,
podemos merecer el pan de hoy.

Poned el pan sobre la mesa,
al lado de los vasos de agua sensitiva,
por donde el sol se posa mansamente
cribando luminosos los pequeños insectos
que encuentra en esa anchura que la da la ventana.

Ved que el pan es muy amigo de los niños y de los pájaros,
con sus blancas miguitas que se esparcen pequeñas,
en donde se atarean los pobres gorriones
y las palomas zurean y aletean
en la tranquilidad de las plazas y de las fuentes,
las mañanas limpias y soleadas,
cuando están los relojes diligentes, atentos,
porque las campanadas suenan muy dulcemente.

Ved que el pan es rugoso y recogido
y tiene los colores más humildes,
y puede compararse a todas las virtudes
y hasta a los cabellos blancos y piadosos de un anciano.

Poned el pan sobre la mesa,
junto al vaso de agua…
en esos momentos los que amamos pueden llegar,
pueden llegar empujando las puertas y quedarse maravillados,
porque el pan es el mejor recibimiento
cuando los que queremos llegan a nuestra casa.

Para pensar en la mujer que amamos,
estando a solas reencendiendo su recuerdo,
el pan purifica el sobresalto y el remordimiento,
y podemos pensar en nuestros hijos
y elegirles los mejores, los más bellos juguetes,
y el pedazo de pan con la sonrisa torpe
del padre que quiere besar y abrazar mucho a su hijo
y no sabe de qué modo tocarlo.

Ay, también, los mendigos
con las manos extendidas a nuestra caridad,
que es lo mejor de ellos y de nosotros.
Mujeres
que tienen muchos pobres hijos pobres,
que los ojos les brillan mucho y los pómulos les escuecen,
que los cabellos se les enredan de bajar y subir hijos
del suelo.
Y porque los criminales y los renegados
aman el pan y a sus madres,
y porque los suicidas nunca cruzan los trigos,
y porque casi nadie lo mira sin llorar
a la hora de tener que confesar las culpas.

Poned el pan sobre la mesa,
junto al vaso de agua;
ponedlo con solemne esmero sobre la mesa
por ese sitio donde el sol dora el mantel, hilo a hilo,
y decid a los vuestros que se sienten
a rezar el Padrenuestro
de la comida en paz.


Eladio Cabañero