Las apariencias no engañan
J. R. Jiménez
Son actores de reparto,
convertidos en guiñapos.
Son
los mismos de siempre
en gira permanente.
No se les caen de la boca
las grandes palabras.
La retahíla es larga.
Libertad, justicia, igualdad, progreso,
dignidad, verdad,
democracia y demás
compañeras de viaje.
Las escupen a diario
hasta en el baño.
Gracias a ellas, se colocaron
en la primera fila.
Gracias a ellas, prometen
la tierra prometida.
Son las mismas palabras
que usaron los de siempre
para
honrar su justicia
y ocultar la injusticia.
Aunque todo ha sido una gran mentira,
con las mismas
palabras
nos siguen prometiendo
la tierra prometida.
De esas grandes palabras sabe mucho
el dios de la mentira.
Son las palabras huecas
de la ética democrática,
que
ni fue ética, ni es democrática.
Son las palabras fijas,
que también los tiranos
tuvieron
de pupilas.
Como quien tiene el poder,
y puede hacer daño,
los
viejos demonios
perseveran en su ser.
Su verdadera tradición
descansa en la traición.
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