domingo, 31 de mayo de 2020

Inconfeso


Igual que cuando te hacen una radiografía
te preguntas
(perplejo, sorprendido)
“¿Todo eso tengo adentro?”,
asoma algunas veces
entre bruma
algo que no creías dentro de ti.

No se muestra del todo:
solamente insinúa su silueta
o su sombra.

No es “tu” secreto:
es el hueco que llevas
recóndito,
inconfeso
y guardado de ti;
el cajón interior que nunca habías abierto;
el secreto infranqueable
que no se te ha confiado
y está dudando ahora
entre permanecer callado
o revelársete.

 Isidro Saiz de Marco,

miércoles, 27 de mayo de 2020

Y así sangró tu viejo compañero


Después de haber mirado tu retrato
y haberlo dado vuelta, no, después
de haberte visto el saco solitario,
los bolsillos, el taco taciturno,
después de verte el pelo y la mejilla,
has dicho sí señor por los relojes,
has callado un minuto por ti mismo.

Te has vuelto luego por la espalda, así,
mirándote la nuca, el imposible
que allí arranca hacia el aire, te quedaste
duro de frente y al costado hondo
por si sangraba el viejo corazón,
el viejo compañero, el viejo todo.

Te has quedado, don luis, como te digo,
preguntándote el tiempo en que jugabas
a la escondida con el negro, a la
pelota con los otros en el barrio,
preguntándote el tiempo en que solías
gritar, llorar a pulmón pleno, andar
bajo la lluvia, loco de sonrisas,
como si todo comenzase y nada
fuera a acabar de golpe con la muerte.

Te has quedado un minuto como digo,
menos solo que nunca, entre recuerdos,
entre tu vida y luego entre pañuelos,
voces y frases, tangos, cigarrillos,
esa muchacha y luego entre ti mismo.

¡Qué de sueños, don luis y qué de cosas!

Con el revólver fuiste hasta el espejo,
duro de frente y al costado hondo,
y así sangró tu viejo compañero,
tu viejo corazón, tu viejo todo.

Eran las diez de la mañana. Afuera,
bajo el sol, copulaban los gorriones.

Juan Gelman


lunes, 25 de mayo de 2020

Yo tengo unos amigos


Los amigos que tengo hacen vida de barra,
distraen a las perdidas, salen sólo de noche.
Los amigos que tengo maldicen a la vida
apoyados en barras, meciendo copas frías,
perdidos en la noche.
A menudo, de noche,
mis amigos dan fiestas y beben vino amargo,
pues saben que la vida exige tales gestos
a la guardia más joven que vela sus castillos,
su leyenda dorada.
Los amigos que tuve
acosaban de noche a las niñas perdidas,
castigando las barras de los bares siniestros,
castigando las barras.

Los amigos que tuve, si los tuve,
ya no son mis amigos,
que la noche es de nadie y luchamos por ella.
Mis amigos van solos cuando sale la luna
y nos vemos esquivos y a veces nos hablamos.
Alardea cada cual de sus heridas.

Los amigos que tengo, si los tengo,
llevan luz de la luna en sus ojos cansados.
Yo tengo unos amigos que no sé si los tengo,
cometas que van errantes, gente ociosa que esconde
un corazón helado quemándole en el pecho.

Felipe Benítez Reyes

sábado, 23 de mayo de 2020

Nos enseña


Los senderos de la hormiga.
El descanso en la rama de la urraca.
La hiedra del pensamiento que cubre el árbol.
Los gorriones jugando
en esa enredadera de tiempos.
Las estaciones del día, del año, sucediéndonos.
Los hechos que creemos haber decidido.
El deseo en las manos tímidas.
La alegría de una mirada con horizonte.
El recuerdo de un peñasco sobre el abismo.
La sombra del nogal para un ojo ávido.

Nos enseña
a descubrir con el silencio
las palabras que vendrán,
a decirnos:
"He olvidado las mordeduras del tiempo,
he olvidado las monedas de lo oportuno,
olvidé la casa vacía de tu espalda."
Antonio Moro

jueves, 21 de mayo de 2020

Poema de despedida a Luis Sepúlveda


Ignorantes de la luz que circundaba la inocencia
éramos tan felices amor mío
con el calor de nuestras manos juntas
cruzando todos los caminos
y riéndonos de los obstáculos de piedra o granizo
que nos intentaban parar esa carrera irresponsable de la felicidad.
Éramos tan felices
y no nos enterábamos de la dimensión de la vida.
De la invisible amenaza, de la larga sombra del miedo,
no lo sabíamos nosotros, irreverentes.
Amándonos con proyecciones de futuro.
Hoy ya no pienso más allá de mañana cuando espero
tu prueba de vida dicha por otros.

CARMEN YÁÑEZ

martes, 19 de mayo de 2020

Y antes de arrojarlo


Lo levanté mucho más temprano que otros días
porque ahora la entrada es a las ocho.
Desayunamos fuerte;
le puse en la mochila varios lápices y gomas
y dos paquetes de colores, por si acaso.
Lo abrigué completamente
y le prohibí quitarse la chamarra
a pesar de que el sol ya comenzaba a calentarnos.

Con un cordón até a su cuello
un letrero que indicaba que ese niño
era el mío.


Lo acerqué a la puerta
y antes de arrojarlo a la soledad de la primaria
le dije que mi amor por él es infinito.
Se dirigió a la fila,
que es el patíbulo primero que recuerdo,
y vi cómo valientemente
caminó, sin voltear, hacia el salón.

 Dalí Corona

lunes, 18 de mayo de 2020

El modo en que las cosas funcionan



Es recibiendo
o dejando ir.
Ésta es la forma más sencilla
de la corriente: azul
moviéndose a través del azul;
azul a través del púrpura;
los objetos de deseo
abriéndose hacia ellos mismos
sin nosotros; los objetos de fe.
El modo en que las cosas funcionan
es por superación de obstáculos,
debilitamiento o aumento
de la resistencia y beneficiándose
de algo.
El modo en que las cosas funcionan
es que finalmente creemos
que están ahí,
comunes y capaces
de representarse a sí mismas.
Rueda, flujo cinético,
agua que asciende y cae,
lingotes, palancas y llaves,
creo en vosotros,
cerrojo de cilindro, polea,
torno de mano y
grúa, levantad vuestra pequeña cabeza
-creo en vosotros-,
vuestra cabeza es el horizonte para
mi mano. Creo
para siempre en los ganchos.
El modo en que las cosas funcionan
es que finalmente
agarran algo.

 Jorie Graham

viernes, 1 de mayo de 2020

Asamblea


Queridos compañeros carpinteros y ebanistas,
les traigo el saludo solidario de los metafísicos.
También para nosotros la situación se ha hecho insostenible.
los afiliados se niegan a seguir pagando cuotas.
A partir de este momento la lírica no existe,
con el permiso de ustedes la poesía
ha decidido dar por terminadas sus funciones este invierno.
No lo tomen a mal,
pero aún quisiéramos pedirles una cosa,
mis viejos camaradas amigos de los árboles
acuérdense de nosotros cuando canten La Internacional.
Juan Carlos Mestre