martes, 30 de enero de 2018

Preguntas

Ya se han puesto en camino
la muerte y sus patrullas:
la muerte, esa aliada
de la guerra más sucia,
y con ella los cómplices
duchos en imposturas.
Dejan por los caminos
una imperial basura
y sus armas contestan
a todas las preguntas.
Patrañas y rapiñas
con la paz se camuflan
mientras la vida cuenta
sus muertes una a una.
La guerra es una patria
de horrible catadura
y el dios de los ejércitos
no retrocede nunca:
con sus armas contesta
a todas las preguntas.

José Manuel Caballero Bonald

domingo, 28 de enero de 2018

La ciudad de la abundancia


No nos levantará la rabia de la tierra
ni nos impulsará la ira a conquistar la ciudad.
No nos levantaremos entre cantos de justicia
a derribar murallas que nos cercan
porque nos han dicho que la ciudad es nuestra
y eso nos ha bastado.
Porque es cierto, todos vivimos dentro.
Y quien no vive dentro vive fuera, pero tiene una casa,
y si no tiene una casa tiene una cama
y si no,  tiene una manta.
Y si no tiene una manta tendrá al menos un cartón.
¿Quién no tiene un cartón para cubrirse el cuerpo,
para abrigarse cuando hace frío en la ciudad de la abundancia
y las noches se alargan y caen como cristal sobre los cuerpos?
Y porque todos tenemos al menos un cartón
no nos levantará la rabia de la tierra,
porque nos han dicho que el cartón es nuestro
y eso nos ha bastado



Beatriz Gimeno



viernes, 26 de enero de 2018

El Pueblo


¿Por qué corremos, madre?
Nadie lo sabe, hijo, que es un llanto
el que nos guía, con lápidas de muerte
sembradas a la espalda.
Y, ciega la memoria,
somos nadie.

¿Quién nos persigue, madre?
El mercado global de las mentiras,
que nos compró la vida, antes y ahora,
al precio del olvido.
Cógete fuerte y anda,
se hace tarde.

¿Con quién viajamos, madre?
Vamos a grupas del dolor y el silencio,
nos acompañan el hambre y la desdicha,
olemos a destierro.
Ten cuidado al pisar,
Llegó la noche.

¿Qué es nuestra vida, madre?
Un sueño roto, no una telenovela,
pero nos ven de lejos, no huelen nuestro espanto,
imagen de pantalla.
No mires hacia atrás,
no queda nada.

¿A dónde vamos, madre?
Al venero del miedo, desde el miedo,
no hay horizonte que se pueda palpar,
sólo embarrarse.
Descálzate y camina
cruza aprisa. 

¿Y si morimos, madre?
Nadie sabrá ni tu nombre ni el mío,
sólo saldremos allá en las estadísticas
de daños no queridos.
Agárrate a mi mano
que hace viento.

¿Por qué nosotros no podemos hablar, dímelo madre?
Hablar es para otros, nosotros respiramos simplemente,
somos el pueblo, bebemos el cansancio,
nuestro silencio son todos los silencios.
Cúbrete con la manta,
llegó el frío.

¿Y qué es el pueblo, madre?
El pueblo son los ojos de la espera,
un derramarse y darse para nada,
el eco de la vida.
No me hagas más preguntas, hijo,
tengo miedo.

¿Cuándo sea mayor seré pueblo, dime, madre?
Serás refugio de besos en destierro de muerte,
serás aire, primavera, canción, tendrás comida,
oración sin saber de religiones.
Cierra los ojos y duerme,
cabalga por el sueño.

María Novo








miércoles, 24 de enero de 2018

Mujeres

No hemos sido patentadas,
ni traemos al nacer un instructivo,
somos más que hormonas y calores
más que pedazos de un hueso supernumerario,
o la confirmación del racismo en el mundo.

Somos más, mucho más que eso:

Ojos…
Enigmáticos ciclones ,
transparentes ventanas,
sexto sentido en sus células vagando,
cuerpo que piensa con el alma,
alma que siente con el cuerpo,
ojos que miran por el corazón,
inteligencia desenfrenada.

Femineidad,
heroínas en un mundo de varones.

Mujer, totalidad…
tormento que se consume en sí misma,
río, sombra,
caminos de fuego sobre agua,
emociones,
amores entretejidos en su alma,
tornasol de sensaciones
cubiertos por piel de mujer.

Obreras,
Maestras,
Secretarias,
Amas de casa...

Y al final de cuentas…
Mujeres cada día
no sólo de un 8 de marzo cualquiera.


Lina Zerón

martes, 23 de enero de 2018

El hombre imaginario

El hombre imaginario
vive en una mansión imaginaria
rodeada de árboles imaginarios
a la orilla de un río imaginario

De los muros que son imaginarios
penden antiguos cuadros imaginarios
irreparables grietas imaginarias
que representan hechos imaginarios
ocurridos en mundos imaginarios
en lugares y tiempos imaginarios

Todas las tardes tardes imaginarias
sube las escaleras imaginarias
y se asoma al balcón imaginario
a mirar el paisaje imaginario
que consiste en un valle imaginario
circundado de cerros imaginarios

Sombras imaginarias
vienen por el camino imaginario
entonando canciones imaginarias
a la muerte del sol imaginario

Y en las noches de luna imaginaria
sueña con la mujer imaginaria
que le brindó su amor imaginario
vuelve a sentir ese mismo dolor
ese mismo placer imaginario
y vuelve a palpitar
el corazón del hombre imaginario. 
Nicanor Parra

lunes, 22 de enero de 2018

Obligatorio ser feliz


Declaro que es urgente ser feliz.
A partir de ahora es obligatorio despejar el corazón y la cabeza,
Desde hoy mismo es imprescindible librarse de la pena,
Raspar este dolor tan aferrado a la conciencia que se ha hecho cuerpo y órgano con ella
Abrir de par en par las puertas,
Y de ahí, del exterior, elegir lo más claro
Desde esta misma tarde queda establecida la obligación de ser feliz
De ser contigo, de ser conmigo misma,
De dejar que se pierda para siempre el recuerdo malsano del  dolor ya podrido,
De encontrar otras rutas que soñamos que existen,
de caminar despacio disfrutando el camino que nos marcan los pies.
Ahora mismo, ya, tenemos, tu y yo, la obligación de ver salir el sol,
de verlo ponerse,
la obligación de mirarnos a los ojos  y  reirnos
De leer el periódico, de tomarnos juntas un café,
de respirar despacio, de comernos un pollo con las manos
y de acariciarnos luego con esas mismas manos.
Me impongo la obligación de no morirme a cada paso,
Te impongo el deber de seguir viva
De caminar erguida por la vida,
De librarme del miedo que me pesa en la espalda;
De liberarte a ti, para que no te mueras en mis brazos.
Desde esta tarde misma estoy obligada a responder al teléfono si suena,
A ser amable, a ser sincera, a no esconderme, a no llorar por las esquinas.
A encender las luces por la noche
y tener buenos sueños, de ovejas y  de lobos que se quieran




Beatriz Gimeno