Dá-nos a Tua paz,
Deus Cristão falso, mas
consolador, porque todos
Nascem para a emoção
rezada a ti;
Deus anti-científico mas
que a nossa mãe ensina;
Deus absurdo da verdade
absurda, mas que tem a verdade das lágrimas
Nas horas de fraqueza em
que sentimos que passamos
Como o fumo e a nuvem, mas
a emoção não o quer,
Como o rasto na terra, mas
a alma é sensível...
Dá-nos a Tua paz, ainda
que não existisses nunca,
A Tua paz no mundo que
julgas Teu,
A Tua paz impossível tão
possível à Terra,
À grande mãe pagã,
cristã em nós a esta hora
E que deve ser humana em
tudo quanto é humano em nós.
Dá-nos a paz como uma
brisa saindo
Ou a chuva para a qual há
preces nas províncias,
E chove por leis naturais
tranquilizadoramente.
Dá-nos a paz, porque por
ela siga, e regresse
O nosso espírito cansado
ao quarto de arrumações e coser
Onde ao canto está o
berço inútil, mas não a mãe que embala,
Onde na cómoda velha está
a roupa da infância, despida
Com o poder iludir a vida
com o sonho...
Dá-nos a tua paz.
O mundo é incerto e
confuso,
O pensamento não chega a
parte nenhuma da Terra,
O braço não alcança
mais do que a mão pode conter,
O olhar não atravessa os
muros da sombra,
O coração não sabe
desejar o que deseja
A vida erra constantemente
o caminho para a Vida.
Dá-nos, Senhor, a paz,
Cristo ou Buda que sejas,
Dá-nos a paz e admite
Nos vales esquecidos dos
pastores ignotos
Nos píncaros de gelo dos
eremitas perdidos,
Nas ruas transversais dos
bairros afastados das cidades,
A paz que é dos que não
conhecem e esquecem sem querer.
Materna paz que adormeça
a terra,
Dormente à lareira sem
filosofias,
Memória dos contos de
fadas sem a vida lá fora,
A canção do berço
revivida através do menino sem futuro,
O calor, a ama, o menino,
O menino que se vai deitar
E o sentido inútil da
vida,
O coveiro antigo das
coisas,
A dor sem fundo da terra,
dos homens, dos destinos
Do mundo...
Álvaro Campos (Fernando Pessoa)
Danos Tu paz,
Dios cristiano falso pero
consolador, porque todos
nacen hacia la emoción
rezada a ti;
Dios anti-científico,
pero enseñado por nuestra madre;
Dios absurdo de la absurda
verdad, pero poseedor de la verdad de las lágrimas
en las horas de debilidad
en que sentimos que pasamos
como el humo y la nube,
aunque la emoción no lo quiera,
como la huella en la
tierra, aunque el alma es sensible...
Danos Tu paz, aunque nunca
existieses,
Tu paz en el mundo que
crees Tuyo,
Tu imposible paz tan
posible en la Tierra,
en la gran madre pagana,
cristiana en nosotros a esta hora
y que ha de ser humana en
todo cuanto es humano en nosotros.
Danos la paz como una
brisa que brota
o la lluvia por la que se
hacen plegarias en los campos,
y llueve por leyes
naturales, tranquilizadoramente.
Danos la paz, para que por
ella siga y regrese
nuestro espíritu cansado
al cuarto del rebujo y la costura
donde en una esquina está
la inútil cuna, pero no la madre que arrulla,
donde en la cómoda vieja
está la ropa de infancia, desnuda
del poder burlar la vida
con el sueño...
Danos tu paz.
El mundo es incierto y
confuso,
el pensamiento no llega a
parte alguna de la Tierra,
el brazo no alcanza más
de lo que la mano puede contener,
la mirada no atraviesa los
muros de la sombra,
el corazón no sabe desear
lo que desea,
la vida yerra
constantemente el camino hacia la Vida.
Danos, Señor, la paz,
seas Cristo o Buda,
Danos la paz y admite
en los valles olvidados
por los pastores ignotos,
en las cumbres de hielo de
los eremitas perdidos,
en las callejuelas
oblicuas de los barrios apartados de las ciudades,
la paz que es de quienes
no conocen y olvidan sin querer.
Materna paz que adormezca
la tierra,
durmiente en el hogar sin
filosofías,
recuerdo de los cuentos de
hadas sin la vida allá fuera,
la canción de cuna
revivida a través del niño sin futuro,
el calor, la nana, el
niño,
el niño que se va a
acostar
y el sentido inútil de la
vida,
el antiguo sepulturero de
las cosas,
el dolor sin fondo de la
tierra, de los hombres, de los destinos,
del mundo...