martes, 6 de abril de 2021

EL JUDÍO ERRANTE (Uriel da Costa, hereje)

 

Yo, Uriel da Costa, judío,
un extraño para todos,
desde el púlpito de la sinagoga,
leí la confesión de mis errores
y sufrí treinta y nueve latigazos,
y fui pisoteado por los míos,
atado al frío de la piedra.

Por todo lo que sigue
fui condenado.

Viví de niño donde
todos sospechaban de todos.
Porque los hombres, desde siempre,
organizan su reino
a través de la astucia y la mentira.
Y por eso declaro lo que sigue:
que todo lo que escribo
me traerá la muerte.

Dios no hizo ningún alma
separada del cuerpo.
El alma es engendrada
por nuestros mismos padres.
Igual que le sucede
al alma de los demás animales.
El alma nunca sobrevive
a la muerte del cuerpo.
Nada escapa
a la condición mortal.

Las leyes orales son invenciones
de hombres ambiciosos,
que nada tienen que ver con Dios.

No tenemos necesidad ninguna
de la parafernalia de los ritos.

Los hombres, desde siempre,
organizan su reino
a través de la astucia y la mentira.

Y no saben el yugo
que van a colocar sobre sus nucas
los que abrazan la religión.

Todo lo tienen montado
sobre la injusticia.

Y nos engañan todos cada día.



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