A pesar de los
palos,
de las zancadillas,
de las caricias con trampa,
de
los sueños rotos.
A pesar de la
maldita muerte,
que demasiadas veces
ha golpeado a tu
puerta,
de los fantasmas
que algunas noches
rondan tu
almohada.
A pesar de la
locura
y el desarraigo que llevó tus huesos
por diferentes
geografías.
A pesar de todo eso
no has perdido la
ternura,
ni has construido muros,
ni has dejado que te
devore el rencor.
Y aunque hoy te
embargue la tristeza
y el cansancio entorpezca tus pasos,
ten
presente que tu mirada solidaria
y tu verbo sin disfraz,
son
necesarios como el aire
al igual que tu capacidad de reír
y
tu enorme caudal para amar.
Silvia Cuevas-Morales
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