martes, 16 de marzo de 2021

Canadá

Seguidor de la ley y de la patria,
quiero saber de ti,

por qué empuñas el hacha.

No me eres un extraño.
Yo he nacido en la tierra de los inquisidores
y también he temido al árbol que se tuerce.

¿De qué abono brotan tus ramas tan erguidas?
¿Qué te hizo invulnerable a los tornados?

Todo tiene un origen:

antes que una prisión,

en el mismo paisaje habría una pradera,
el captor y el recluso serían niños.

Alguna vez, la espada fue cartón,
seguidor de la ley y de la patria,
alguna vez sería Navidad,
alguna vez, ¿recuerdas?,
habrían llevado un tiovivo al vecindario.

Hombre de Dios y niño,
¿cuándo empezó la caza?

En esa luz de invierno, en tu inocencia,
¿cómo creció la noche y se hizo bosque?
¿por qué el piano eligió la gravedad?
¿cuándo el trébol amargo del verdugo?

Si pudieses mostrar tu corazón,
¿sería fruta o betún lo que enseñaras?
¿el calor de una lámpara de aceite?

Quiero saber de ti,

por qué tus sueños a veces tienen dientes.

Tú que surcas las aguas de lo recto,
¿alguna vez tuviste el mar en contra?

¿hubo alguna deriva?

Al fin de la jornada,
seguidor de la ley y de la patria,
cuando partes el pan como hizo Jesucristo,
¿piensas en Canadá?
¿en el cubierto que falta en otra mesa?
¿miras con compasión al perseguido?

O tal vez, con fervor
-una zarza que arde, pero no se consume-,
una frase te viene a la memoria:
Reprendo y disciplino a todos los que amo.

Braulio Ortiz Poole

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