Porque no poseemos nada,
ni siquiera la vaga sombra del
futuro
FRANCISCA AGUIRRE
Me pregunto lo que supone tener una casa
propia, heredada o comprada, pero propia.
Una casa que nunca has
visto vacía,
llena de cuadros y algún que otro álbum
monótono
en donde las fotos no varían de escenario.
Una casa que vaya cambiando con los
tiempos,
en la que ya no haya lámparas de araña y ahora las
bombillas sean de bajo consumo.
Una casa amplia, familiar, de
todos.
Me pregunto si alguna vez
alguien
imaginó su casa vacía, muda.
Paredes que ya no le
pertenecen a nadie,
losas que no darán más bienvenidas
y
puertas que no volverán a abrirse.
Me imagino si alguna vez
alguien
imaginó su herencia,
un folio en blanco
en dónde no es
dueño de nada,
en dónde ni siquiera figura su nombre.
La única herencia que me queda
son
un montón de fotos, en casas distintas,
como si fueran de otras
épocas,
de familias diferentes
que solo se parecen a
nosotros.
Cristina Angélica
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