jueves, 26 de noviembre de 2020

Únicos. Sí. Lo somos.

 Únicos. Sí. Lo somos.

Las huellas dactilares.

El iris. La retina.

La red venosa palmar.

La geometría de la mano o de la oreja.

Y las huellas podales.

Y la fisonomía de tu rostro.

Y la antropometría.

Y el ADN presente en sangre, orina,

en el sudor, las lágrimas, la piel,

los bulbos del cabello.

Todo esto te hace único.

No hay ni habrá otro ser que tenga

tus huellas dactilares ni tu iris,

ni tu ADN. Nadie. Nunca.

Lo que quiere decir que todos los demás

también son únicos e irrepetibles.

Y ese milagro incomprensible de ser uno

es cosa repetida tantas veces

que se vuelve magia barata.

Somos iguales en el hecho de ser únicos.

Hermosa paradoja intrascendente

que hace insolvente al nombre propio,

y al yo lo deja en el abismo.

 

Juan Bonilla

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