lunes, 16 de noviembre de 2020

CLASES DE INGLÉS

 


Dos veces por semana
llevo a mis hijos a clases de Inglés.

La academia está lejos.
El saber está lejos, pienso, mientras conduzco
las curvas que transcurren junto al mar.

Ellos miran el mar pero no ven el mar.
Mirar el mar es solo una manera
de no estar aquí ahora,
junto a un padre que toma
otra curva a la izquierda y que tampoco
está aquí.
En silencio, los tres, a la academia.

Luego bajan del coche, apenas se despiden.
Y yo aguardo sentado en un café,
corrigiendo poemas, anotando silencios,
de frente al mar sin ver mar ni naufragios
ni olas ni distancias ni veleros.
Sin ver.
Pensando, sin quererlo, en otro idioma
y en mis hijos.

Una hora después volvemos —sin estarlo— juntos,
de sus clases y el mar
sigue allí a su faena.

Mis hijos y yo y dos idiomas
en los que no decirnos nada.

 

 David Hernández Sevillano

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