Lo malo
de esta situación
–o lo
bueno, según se mire, que todo es relativo–
es que
hay que vivir al día.
Se
acabaron las citas, las agendas. De pronto
nada
sirve de un día para otro.
Ni tú
mismo mandas. Es tu propio organismo
tu luz
y tu ceguera. Nada importa que el sol
salga
radiante hoy y se vista de domingo.
Hay
otro calendario y otro dedo en las nubes
y has
de acostumbrarte a saber que eres sombra
tú que
siempre creíste en la luz del verano.J.M Santiago Castelo
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