martes, 19 de abril de 2011

Credo

No busco una esclava doméstica
—máquina de fregar platos y camisas,
muñeca para desactivar—.
No serás brazalete de mi cuello
ni la curiosidad central de la vitrina.
No corderito cuaresmal
que hace el amor sin luz
porque la carne es el pecado del mundo.
Sólo quiero tu mirada de gata montés,
descubrir nuevos atrios en tu cuerpo sin iglesias
y el sitio principal en la plaza de tu pecho.

Margarito Cuéllar

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