Aren en paz
Pensé poner mi corazón, con una
cinta
morada, encima de la montaña más alta de Europa,
para
que, al levantar la frente al cielo, los hombres
viesen su dolor
hecho carne, humanado.
yo mismo mis dos
manos, y asentarlas
sobre la losa de una iglesia en ruinas:
así
orarían por los desolados.
de guerra, clamaría
por los campos
la paz del hombre, el hambre de Dios vivo,
la
verdadera sed de ser eternos.
─ellos, en son de sol;
ellas, de blanco─,
detrás acude la esperanza con
una cinta
amarilla entre las manos.
para la muerte. Queden
estos hombres.
Asome el sol. Desnazca sobre Europa
la noche.
Echadme tierra. Arad en paz.
Pensé mutilarme ambas manos, desmantelarme
Después, como un cadáver puesto en pie
Noches y días suben a mis labios
Miradme bien, y ved que estoy dispuesto
Blas de Otero
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