Su nombre fue olvidado hace tiempo.
Sólo queda el sonido de sus pies:
hip – hop, hip – hop sobre
solitarias calles invernales.
Unas botas, sus pies nunca crecieron
hasta alcanzar otra talla.
Flip-flop, flip-flop.
Nadie recuerda
a su madre, a su padre.
Murieron hace mucho.
Enterrados con el secreto
de dónde y cuándo
nació y vivió.
No le pertenece a nadie ya.
Rashidah Ismaili AbuBakr
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