Llevo a África clavada en el corazón,
como un puñal de ébano.
Cuando sopla el poniente, la silueta del continente se dibuja nítida, tan cerca, las luces parpadean, guiñan, invitan.
La mentira de Europa
atrae como un imán.
En el fuerte de Goré los turistas blancos fotografían las celdas.
Al fondo
el mar implacable eriza las carnes de miedo.
Nada ha cambiado,
la esclavitud ahora es voluntaria
y el GriGri no protege de los sueños.
En Europa
el parte meteorológico
dice que se nos viene encima una ola de calor africano.
Carmen Herrera
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