Mi madre me estaba dando el pecho
cuando mi padre consiguió un
trabajo
del que no se movió en treinta años.
Imaginó,
que a cambio de su fidelidad,
la empresa le gratificaría,
cerca de su jubilación,
con un reloj de oro, una placa o un viaje
a Torremolinos,
pero no, le dieron una patada en el culo
y a
base de cambiarse de nombre,
resulto, que después de treinta
años
mi padre no había trabajado allí ni treinta días.
Cada
mañana, para el control de parados,
nos presentamos juntos en el
INEM,
primero le nombran a él
y después me nombran a
mí.
Hay gente que se siente satisfecha viendo a sus hijos
imitarles,
me pregunto qué opinará él de todo esto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario