Mi madre vino a la Tierra,
Con la esperanza
De romper lo malo y coser lo bueno,
Tijera y aguja en mano.
Su afán por matizar
Arcoiris y ternura,
Hizo un jardín de esperanzas
De donde brotaron tres espliegos,
Que a fuerza de arrullos,
Manos balsámicas,
Sortearon las travesías del pasado.
¡Qué cosas!
Estos corazones
No fueron humildes
Ni sencillos,
Como ella hubiera soñado.
Hoy,
Los días grises han desaparecido
Y nuestras almas se reencuentran…
Madre,
¡Ya no te afanes!
Ríete de la vida,
Olvídate de las dietas,
Y cosecha las flores con versos de amor,
Que nunca se escriben en vano.
René Chacón Linares
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