Ninguna orden, ningún estado,
ningún gobierno.
Hasta aquí no llega la cacería.
Desnudos y salvajes y sin nombre
colmamos la noche
de aullidos de perros cimarrones.
Y aunque sabemos
que nunca será suficiente
gozamos hasta apurar el goce,
la piel y las entrañas.
Mendigos por las costillas de la tierra
dispuestos a ver lo imposible
con los ojos más abiertos del mundo.
David Eloy Rodríguez
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