Andalucía, alma de rastrojos
en este ahora, eterno e impreciso.
Sigues guardando las vacías alforjas
de quien no llega nunca,
para saciar tu esencia mora de sultana de siglos
Jornalera de siempre
de aceitunas y trigos
y el alma encallecida
por el sudor y el frío.
Tu dolor emana de la pelvis del estío
y expande su olor en la negrura
como nardos clavados en la noche
y azucenas heridas de hermosura.
Sensual y loca,
reflejas tus pechos turgentes
en la verdinegra boca
de un río preñado de simientes
que, contigo, tu milagro espera.
Andalucía, supersticiosa y “jonda”,
aún, duermes la siesta debajo de un olivo.
Despiertas, ancestral y perezosa,
a las sombras de diosas primitivas.
Y en los meses de Mayo
con flores a María,
te vistes de cantes y carretas
de guitarras, de vino,
de fe y romerías.
Andalucía, irracional y hermosa
aún te sigues moviendo en un imaginario
que encandila y te estanca.
Tu arte anda hecho carne por todas las esquinas,
y por calles estrechas que huelen a jazmines
y a lunas de verano.
Te colocan de espalda a tu brillante historia
y te amarran a un tiempo antiguo y amarillo,
que, ya, hoy, no es el tuyo.
Desnúdate de tópicos,
y piérdete en tu historia.
Bebe la noble sangre de luz y de saberes
que emanan tus raíces de libertad y tierra.
Búscate en tu memoria.
¡Quítate las amarras,
levanta la cabeza
y que tu corazón
lata con ritmo nuevo!
Lourdes Soriano Arias
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