Tengo el tiempo sembrado de latidos
como rojas palomas mensajeras de un
pobre corazón,
zurcido de renuncias y de olvidos
y herido de esperanzas y anhelos.
Tengo el tiempo sembrado de latidos y
ya casi repleto.
cuando el gran relojero decida no dar
cuerda a mi reloj
y jugando a ser dioses pequeñitos
miren sus corazones de bolsillo,
volverán a su nido mis latidos,
y juntarán latido con latido
y harán mi corazón de nuevo intacto,
que servirá de sangre a una amapola
que brotará por el camino.
Pedro Beltrán