miércoles, 27 de febrero de 2019

Yo mujer



Danza el ritmo del Cosmos en mi vientre:
la noche despierta el poder del aliento en el laberinto de mis entrañas,
un racimo matizado de luna acaricia el resplandor de mi mirada,
llevo una filigrana de estrellas cautivas en mi frente.
Soy Mujer-hija del sol:
un antiguo y añorado fuego volcánico incendia la madera sagrada de mi anatomía,
y destierra ese olor a fango y arcilla que yace en mis poros.
Soy Mujer -jardinera fecunda del infinito -que no comienza ni termina nunca-.
Yo parlamento con el espíritu impetuoso de los árboles y los peces.
Una cría de pájaros cantores navega comarcas de musgo
por entre la enramada de girasoles en mi pecho
como un bosque de pelos que trenzan un nido.
Soy Mujer-tiempo,
brisa fresca, suave brisa entre las piernas,
que se arquea en la curva cordillera de los días.
Cuando el alba crece,
dejo huellas en la arena:
una corriente de aguas se vierte por el continente de mi vulva senti-pensante,
brotan de ella mariposas escarlatas,
para hacer la vida siempre nueva.
Soy mujer-útero,
manantial inagotable que sustenta la frutaesencia humana, la inaugura…
Arrullo de verde selva en el abril florido, donde se alimenta el tronco del mundo.
Agricultura de la tierra fértil donde la semilla se abriga bajo el sueño de la savia,
cáscara adentro, músculo adentro, pulpa adentro, raíz adentro.

Soy mujer-signo, he sido un bien inmutable.
Cumplí todos los oficios de la faena con el sudor escurrido de mi carne cautiva.
Se me ha acusado de esto y de lo otro: lloré océanos huyendo de mí misma.
Las heridas de las espadas por el corte del azote segaron mi velo luminoso:
algo me fue negado desde el comienzo,
desde el profundo conocimiento de mi olfato y de mi tacto.
¿Y acaso no soy una mujer-negra?
yo fui la que asesinaron, y lanzaron al ultraje de los buitres
-y no murió-.
Encontré mis orígenes entre los viejos archivos de libros
en la conjuración ritualista del mar
en los cantos encrespados del tambor
en las contiendas de mi alma.
Allí me encontré,
naciendo en mi ombligo.
Desde el abismo me he levantado sin aflicción, sin lágrimas inútiles,
y he resurgido entera.
¡Basta! Ya no guardo silencio religioso.
Nace la sibila…
pueden llamarme bruja con rimas y con razones…
Yo hablo en la lengua amputada de mis ancestras,
ellas son el fundamento telar que abraza la húmeda red de mis palabras.
Mientras la santa inquisición interrogó la negrura milenaria de sus cuerpos-letras,
en mi sombra espesa de vigilias he invocado
sus épicos, sus orgánicos nombres, sus nombres de lanza.
Y aún no sé por qué
en el habla de mi memoria colectiva,
en la semántica de mi escritura,
en la tinta azabache de mi axé verbal,
todos los sustantivos y adjetivos se me hacen escasos para nombrarlas,
se escapan de mi boca de cactus.
Soy mujer-altiva, yo soy la lucha,
aprendí a gritar hacia los cuatro puntos cardinales;
por el norte hasta el sur de los crepúsculos.
Ahora el rayo de mi voz, ahogada en el naufragio de los remos, hace estallar las piedras.
Me liberé: no temo al eco del miedo cuando me visita,
ni al dolor que se sumerge ardiente desollando mi piel.
Sé adónde voy: persisto.
Continuaré tejiendo la poesía circular sembradora de luz
que desnuda esperanzas solares y cabalga corceles de sueño.
Yo-Mujer-águila,
llevo el viento a mis espaldas en signo de dignidad,
y vuelo por los inconmensurables abismos de Mi-Ser-Mujer-Alada.
Mis olvidados sacrificios seculares, mi cálido coraje, mi primogénita furia he reunido.
Me rebelé contra el delantal endomingado.
Con el pavor de mi gesta primera,
he combatido contra las dormidas normas
contra las puertas cerradas de la casa de la historia.
Yo-Mujer fuerza-motriz, sé que puedo restituirme.
Me hice guerrera de las siete potencias
para ver mejor con los tímpanos de los ojos
todo lo perdido:
los colores y las formas del paraíso
donde hace siglos
expulsaron de un escupitajo mi existencia.

Ashanti Dinah Orozco Herrera

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