Mi mujer tiene una fuerza extraña,
desde pequeña, creció
con ella,
la trae en sus huesos y en sus venas.
Su rostro
no pierde color
toma mayor fuerza con el sol.
Su corazón
no se acongoja,
tiene vida de noche y de día.
Entre el
fuego y el frío,
la llama de su ternura,
disipa mi
tristeza,
cubre mi humanidad.
Mi mujer tiene una fuerza
extraña,
en su sangre y en su piel se esconde,
como
estatua la vuelve firme
y es como un roble en mi corazón.
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