A todos nos toca, a
lo largo de la vida,
una parcela de
dolor. Ser feliz es efímero,
se pierde en un
instante. Sin embargo, el dolor
aparece impensable y
lo cercena todo.
Te sigue
intermitente. Y cuando crees
que ya se ha ido y
vuelves a gozar
y a ver el cielo con
ojos de esperanza
viene de nuevo el
rayo y te fulmina.
Nunca fui pesimista.
Siempre apuré la vida
con un deseo
amoroso. Ni siquiera
ahora que tengo la
sentencia encima
quiero abatirme. Y
lucho despiadado;
pero he aprendido,
con años y memoria,
que a todos nos toca
la parcela.
Y, pronto o tarde,
tienes que cultivarla.
J.M Santiago Castelo
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