Las plantas crecen de su cuenta.
Nadie ve cómo ni en qué momento.
Su crecimiento es una acción pasada.
Al menor descuido tuyo, madura
un tomate. Volteas, y abre la flor
violeta del durazno.
Y crees que tu mirada contribuye
a ese pequeño milagro.
¡Cuán equivocado!
Todo pasa sin que te enteres. ¡Y
tienes
todavía el coraje de creerte dueño del
jardín!
Juan Calzadilla
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