domingo, 29 de junio de 2014

Mujer de barro



Mujer de barro soy, mujer de barro:
pero el amor me floreció el regazo.

Mujer
¡Cuán vanamente, cuán ligeramente
me llamaron poetas, flor; perfume!

Flor; no: florezco. Exhalo sin mudarme.
Me entregan la simiente: doy el fruto.
El agua corre en mí: no soy el agua.
Árboles de la orilla, dulcemente
los acojo y reflejo: no soy árbol.
Ave que vuela, no: seguro nido.

Cauce propicio, cálido camino
para el fluir eterno de la especie.

 Ángela Figuera Aymerich

viernes, 27 de junio de 2014

La vida en serio

Ahora he descubierto el sol, los perros y las mentiras.
La vida es más lógica, no he dicho mejor, sino más lógica.
Cierro los ojos y tomo sol, juego con un perro tan vulgar
que es imposible sentirse separada de él y miento.
Eso me obliga por las noches a sacarme los zapatos
como quien se desnuda,
a caminar descalza por mi casa,
a llorar a solas cada tanto.
Ahora miro a una mujer ni linda ni fea,
pienso que la pequeña vida continúa
y que todo dolor importante tiene testigos,
aunque sean un perro, el sol o las mentiras.


Juana Bignozzi

lunes, 23 de junio de 2014

Salió como pudo, a rastras.

Salió como pudo, a rastras.
Tosió, se sacudió la ropa.
Miró alrededor.
Se limpió las pestañas del polvo.
Se limpió la lágrima.
Se olvidó de mirar atrás
donde estaban ellos.
Se palpó la cabeza
para saberse vivo.
la rodilla con un corte
n o tan profundo como el del alma.
En las manos, aún,
conservaba la tiza
con la que antes
había dibujado un barco
al borde de la playa.
Miró alrededor
buscando una pared en pie
para seguir dibujando el puente.
En medio de la nada lisa
sólo encontró aquella superficie
y escribió su nombre
y el de su hermano
en el vientre de un obús.


Begoña Abad

sábado, 21 de junio de 2014

La vida es un traje a medida

La vida es un traje a medida,
una funda en la que cabe todo,
un siniestro disfraz, un disparate.

Es un molesto tejido que a veces incomoda,
un amuleto inútil,
una quebrada pata a la que estás atado,
una ligera liebre que se escapa.
Es un estrecho paso, un paso a nivel,
una cuesta que cuesta, por la que luego rodaremos.
Una barrera a lo innombrable
un tragaluz a lo eterno.
Una excusa para amar, un deseo de ser amado.
Algo externo que nadie soluciona,
algo de lo que nadie se hace responsable nunca.
Un peligroso animal agonizante,
un requiebro, un regalo, un traje inacabado.
Un tren en marcha, una marcha en tren.
Un polvo agotador, una censura,
un deseo carnal, un delicado imán,
un tesoro encontrado en la basura.
Una medida del tiempo sin medida,
una pirueta asombrosa, inesperada,
un todo que, sin embargo,
se nos escapa siempre hacia la nada.

Begoña Abad






jueves, 19 de junio de 2014

Temo la herida abierta

Temo la herida abierta
la palabra abierta la culpa
temo como me enseñaron a temer: con todo el cuerpo
sin descanso
y ni siquiera el canto basta para limpiar la carcoma
el egoísmo
la caída vertical sobre los hombros
la noche abierta ardiendo en su fulgor.

No hay incendios en mis calles

y sin embargo, yo, mujer de plagas y edificios,
conozco la calma de las bombas
la falsa piedad del hombre armado de memoria.

Veinticuatro animales asoman temerosos de mis manos

ofrecen mi cuerpo en dócil sacrificio
abren la ruina en oscura confesión
y es en la apertura, en la hiriente locura de la entrega,
cuando el débil andamiaje de mis ramas cae
y toda palabra es terco pavor enmudecido.

Yo no canto a la flaqueza

ni al aire despejado de la huida
pero es el refugio de mis huesos este silencio sin carne
este cadáver insistente
que yace detrás de la luz.

Ante la memoria del hombre

nada poseo nada me pertenece
si acaso el silencio la llaga
la honda precipitación en la vergüenza.

      

Bárbara Butra
gueño

martes, 17 de junio de 2014

Las manos de mi padre

Mientras vareamos las almendras,
todos tenemos calor,
pero yo siento cómo el sol se va adentrando en mi cabeza
trato de buscar un poco de aire desprendido de alguna rama,

no lo hay.

Tan solo puedo ver las manos de mi padre
sujetando su vara de madera maciza
y siento más calor
y una sed insaciable que me devora por dentro.
Mi padre suelta la vara
y sus manos desaparecen de mi vista;
puedo sentirlas sobre mi rostro
mientras pronuncia mi nombre
y trato con todas mis fuerzas
de abrir los ojos para verlas de nuevo.

Ahí están:

esas manos fuertes,

miniatura de lo que fueron,

intento ver debilidad en ellas,

no la encuentro.

Paula Ensenyat





viernes, 13 de junio de 2014

Cuando los grandes árboles caen

Cuando los grandes árboles caen,
las rocas en distantes colinas tiemblan,
los leones se agachan
detrás de los altos pastos
e incluso los elefantes
buscan con torpeza estar a resguardo.

Cuando los grandes árboles caen
en los bosques,
las pequeñas cosas se tapan de silencio,
sus sentidos
quedan desgastados más allá del miedo.

Cuando las grandes almas mueren,
el aire a nuestro alrededor se vuelve
ligero, raro, estéril.
Respiramos apenas.
Nuestros ojos apenas
ven con
una claridad que duele.
Nuestra memoria, de pronto agudizada,
examina,
rumia en las palabras bondadosas
no dichas,
los prometidos paseos
que no dimos.

Las grandes almas mueren y
nuestra realidad, pegada
a ellas, también se retira.
Nuestras almas,
dependientes de su
alimento,
ahora se encogen y marchitan.
Nuestras mentes, formadas
e informadas
por su brillo,
se abandonan.
No nos volvemos locos
más bien nos reducimos a una ignorancia indecible
de oscuras y frías
cuevas.

Y cuando las grandes almas mueren,
después de un tiempo la paz florece,
lentamente y siempre
con irregularidad. Los espacios se llenan
con una especie de
confortante vibración eléctrica.
Nuestros sentidos, restaurados, nunca
los mismos otra vez, nos susurran.
Existieron. Ellos existieron.
Podemos ser. Ser y ser
mejores. Porque ellos existieron.

Maya Angelou

Memoria


Estoy aquí, en la casa, a solas.
Aquí están los muebles, el aire, los ruidos.
Tengo un sentimiento tan transparente
como el vidrio de una ventana.
Es como la ventana en que miraba la nieve al amanecer,
hace muchos años, cuando era niño.,
y pegaba la cara contra el cristal y comprendía toda la vida.
Es un deseo en calma, como la tarde.
Es estar como están todas las cosas.
Tener mi sitio como todo lo que está en la casa.
Perdurar el tiempo que sea, como las cosas.
No ser más ni mejor que ellas.
Sólo ser, en medio de la mi vida,
parte del silencio de todas las cosas.

CARLOS MONTEMAYOR