jueves, 7 de marzo de 2013

Los chicos de la calle

Ragazzi di vita
los llamó Pasolini
con su piedad adversa
desollada.

Y nos los deja así
sin otra identidad que la mugre
y la llaga.

Debajo
del abrigo de su costra de escaras
-cristos breves-
los chicos de la calle
no saben todavía que su sombra atrapada
crece
para la historia de la infamia.*

El dolor
nunca es niño.
Y en ellos ni siquiera es dolor.

Es una humillación
de la esperanza

Ana Emilia Lahitte

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