lunes, 11 de marzo de 2013

Inventario

Yo tenía una madre que bordaba
pañuelos en el viento
y dibujaba a lápiz
  palomas mensajeras.
Un padre que estudiaba laberintos
y extraía del centro de las piedras
leones y columnas
  escuelas, catedrales.
Yo tenía una caja pequeñita,
un rincón escondido,
una muñeca
  que sabía llorar.
Tenía un lapicero despuntado,
una caja de Alpino, un sacapuntas
de madera, un estuche de hojalata,
una pluma, un secante y un tintero,
una pizarra negra
  y un cabás de cartón.
Yo tenía un amante que sabía
leer en las estrellas y en mis ojos.
Inventaba palacios de palabras
y mensajes cifrados y sabía
  escribir en mi piel
la magia y la ternura.
Yo lo tenía todo:
una pradera, un río, una montaña…
incluso un pueblo entero
    para mí.
Y por eso en las noches de vigilia
tengo un libro y un mundo
    que no puedo olvidar.

Nieves Álvarez Martín

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