domingo, 17 de marzo de 2013

A mi padre

¿Por qué no hablamos nunca, largamente,
tú y yo padre, cuando esto era posible,
como dos hombres, como dos amigos
o dos desconocidos que se encuentran
en el camino y echan un cigarrillo
y se sientan al borde de la vida
mirando pasar la tarde y el camino
y hablan, hablan y callan, pausas de humo,
miradas vagas, las palabras caen
y se quedan flotando en el silencio,
a veces dicen su verdad primera,
el origen, la fuente, y se desnudan,
las palabras desnudas amanecen,
por qué no hablamos nunca, solos, largo?…

Pedro Garfías

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