miércoles, 27 de febrero de 2013

Tengo el tiempo sembrado de latidos

Tengo el tiempo sembrado de latidos
como rojas palomas mensajeras de un pobre corazón,
zurcido de renuncias y de olvidos
y herido de esperanzas y anhelos.
Tengo el tiempo sembrado de latidos y ya casi repleto.
cuando el gran relojero decida no dar cuerda a mi reloj
y jugando a ser dioses pequeñitos
miren sus corazones de bolsillo,
volverán a su nido mis latidos,
y juntarán latido con latido
y harán mi corazón de nuevo intacto,
que servirá de sangre a una amapola
que brotará por el camino.

Pedro Beltrán

lunes, 25 de febrero de 2013

Dolor

Quisiera esta tarde divina de octubre
pasear por la orilla lejana del mar;
que la arena de oro, y las aguas verdes,
y los cielos puros me vieran pasar.

Ser alta, soberbia, perfecta, quisiera,
como una romana, para concordar
con las grandes olas, y las rocas muertas
y las anchas playas que ciñen el mar.

Con el paso lento, y los ojos fríos
y la boca muda, dejarme llevar;
ver cómo se rompen las olas azules
contra los granitos y no parpadear;
ver cómo las aves rapaces se comen
los peces pequeños y no despertar;
pensar que pudieran las frágiles barcas
hundirse en las aguas y no suspirar;
ver que se adelanta, la garganta al aire,
el hombre más bello, no desear amar...

Perder la mirada, distraídamente,
perderla y que nunca la vuelva a encontrar:
y, figura erguida, entre cielo y playa,
sentirme el olvido perenne del mar.

Alfonsina Storni

sábado, 23 de febrero de 2013

NO EXISTE EL INFINITO..

No existe el infinito:
el infinito es la sorpresa de los límites.
Alguien constata su impotencia
y luego la prolonga más allá de la imagen, en la idea,
y nace el infinito.
El infinito es el dolor
de la razón que asalta nuestro cuerpo.
No existe el infinito, pero sí el instante:
abierto, atemporal, intenso, dilatado, sólido;
en él un gesto se hace eterno.
Un gesto es un trayecto y una trayectoria,
un estuario, un delta de cuerpos que confluyen,
más que trayecto un punto, un estallido,
un gesto no es inicio ni término de nada,
no hay voluntad en el gesto, sino impacto;
un gesto no se hace: acontece.
Y cuando algo acontece no hay escapatoria:
toda mirada tiene lugar en el destello,
toda voz es un signo, toda palabra forma
parte del mismo texto.


Chantal Maillard

jueves, 21 de febrero de 2013

El hogar

¡Oh, cómo nos gustaba, de pequeños,
jugar en el patio de mi casa!
Sentir mientras corríamos la caricia
de la hierba cubierta por la escarcha.

Jugando agotábamos el día,
rodeados de flores y de plantas,
hasta que el abuelo iba a buscarme
y me llevaba de la mano a casa.

¡Y cuántas veces me tentó mirar,
como él por encima de los muros.
"Sé paciente, pequeña", me decía,
"ya tendrás tiempo para ver el mundo".

Pasó el tiempo. En la tierra y en los mares
se saciaron mis ojos de admirar;
¡mas nada de lo que ellos descubrieron
valía lo que el patio de mi hogar!


Lydia Koidula

miércoles, 20 de febrero de 2013

LOS TUYOS

Has llorado, en secreto, a los tuyos.
Lenta, inexorablemente, los has visto partir
alejarse para siempre.
Has sentido, en tu corazón
el desprendimiento de una rama que cae.
Y luego has borrado
las huellas de esas lágrimas,
has contenido en el límite infranqueable
los bordes de tu propio dolor
y lo has devuelto a tu pobre vida,
a los días siguientes, a las horas
para que permanezca allí.
Oculto
como una invisible y constante
cicatriz.

Juan Manuel Inchauspe

domingo, 17 de febrero de 2013

viernes, 15 de febrero de 2013

Los justos

Un hombre que cultiva su jardín, como quería Voltaire.
El que agradece que en la tierra haya música.
El que descubre con placer una etimología.
Dos empleados que en un café del Sur juegan un silencioso ajedrez.
El ceramista que premedita un color y una forma.
El tipógrafo que compone bien esta página, que tal vez no le agrada.
Una mujer y un hombre que leen los tercetos finales de cierto canto.
El que acaricia a un animal dormido.
El que justifica o quiere justificar un mal que le han hecho.
El que agradece que en la tierra haya Stevenson.
El que prefiere que los otros tengan razón.
Esas personas, que se ignoran, están salvando el mundo. 

Jorge Luis Borges

En mi verso soy libre

    En mi verso soy libre: él es mi mar.
    Mi mar ancho y desnudo de horizontes.
    En mis versos yo ando sobre el mar,
    Camino sobre olas desdobladas
    De otras olas y de otras olas... Ando
    En mi verso; respiro, vivo, crezco
    En mi verso, y en él tienen mis pies
    Camino y mi camino rumbo y mis
    Manos qué sujetar y mi esperanza
    Qué esperar y mi vida su sentido.
    Yo soy libre en mi verso y él es libre
    Como yo. Nos amamos. Nos tenemos.
    Fuera de él soy pequeña y me arrodillo
    Ante la obra de mis manos, la
    Tierna arcilla amasada entre mis dedos.
    Dentro de él, me levanto y soy yo misma.

    Dulce María Loynaz

miércoles, 13 de febrero de 2013

II


Quién pudiera como el río
Ser fugitivo y eterno:
Partir, llegar, pasar siempre
Y ser siempre el río fresco. 

Dulce María Loynaz

lunes, 11 de febrero de 2013

El olivo


En su hábito oscuro, con los brazos abiertos,
como un monje que al cielo le dirige
su plegaria obstinada por la vida del alma,
el olivo difunto permanece de pie
mientras la tarde dobla sus rodillas.
Enhebrado en la luz que se adelgaza,
su severo perfil
cose el cielo a la tierra,
vertebra el espinazo de la tarde.
Y un saber de lo nuestro
en su reserva humilde sospechamos.
Encallecida mano codiciosa
cuyos dedos se tuercen arrancándole al aire
un pellizco de vuelo,
algo extraño nos hurta el viejo olivo:
un secreto inminente, temperatura extrema
de un decirse que clama en su lenguaje mudo.
Y el hombre le dirige su pregunta.
Con su carga de hormigas y de soles,
con el misterio a cuestas
que buscamos cifrar en su oficio sencillo,
este tronco orgulloso es sólo eso:
sugestión arraigada de las cosas
que quedarán aquí cuando partamos,
contundente respuesta
que a la luz de la luna nos aturde el oído
con su seco zarpazo de silencio. 

Vicente Gallego 

martes, 5 de febrero de 2013

Arte poética


Hermosa encuentra la vida   
quien la construye hermosa. 
Por eso amo en ti           
lo que tú amas en mí:       
La lucha por la construcción
hermosa de nuestro planeta.  

 Otto René Castillo

domingo, 3 de febrero de 2013

Nuestra voz

Para que los pasos no me lloren,
para que las palabras no me sangren:
canto.
Para tu rostro fronterizo del alma
que me ha nacido entre las manos:
canto.
Para decir qe me has crecido clara
en los huesos más amargos de la voz:
canto.
Para que nadie diga: ¡tierra mía!,
con toda la decisión de la nostalgia:
canto.
Por lo que no debe morir, tu pueblo:
canto.
Me lanzo a caminar sobre mi voz para decirte:
tú, interrogación de frutas y mariposas silvestres,
no perderás el paso en los andamios de mi grito,
porque hay un maya alfarero en tu corazón,
que bajo el mar, adentro de la estrella,
humeando en las raíces, palpitando mundo,
enreda tu nombre en mis palabras.
Canto tu nombre, alegre como un violín de surcos,
porque viene al encuentro de mi dolor humano.
Me busca del abrazo del mar hasta el abrazo del viento
para ordenarme que no tolere el crepúsculo en mi boca.
Me acompaña emocionado el sacrificio de ser hombre,
para que nunca baje al lugar donde nació la traición
del vil que ató tu corazón a la tiniebla, ¡negándote!

viernes, 1 de febrero de 2013

Nocturno de barrio


Las putas de mi barrio llevan
en pleno invierno las piernas desnudas,
y sugieren promesas y tarifas
con el mismo carmín de ciénaga en los labios.
Cultivan en la voz la misma gripe
y en las cuadras del alba tienen sitio.

Se detienen los coches, tiburones oscuros,
como si dentro no estuviera nadie.
Y ellas se acercan, ángeles y turbias,
con el andar ciprés de un niño expósito,
con la sábana sucia en la mirada
y los brazos supervivientes
de las agujas y el granizo.

No hay bastante dinero que salde la intemperie
en los altos tacones de la noche petróleo,
ni ese rumor del óxido y las ratas
que suena igual que grillos roncos
o que los ejes de aquella carreta
en la canción de Atahualpa Yupanqui. 

Isabel Pérez  Montalbán