la pestilencia de los pobres
no cotiza en la bolsa
no titila
en cristales luminosos
no es gema a mil libras la onza
no aroma
las anchas avenidas
ni adorna los penthouses
ni enaltece
palacios
ni las recámaras sedosas
no es lágrima en el
lóbulo
del príncipe
no anida en el ombligo
de la top
model
no destella entre los senos
de la primera dama
tampoco
la aprisionan
en edición limitada y numerada
el hedor de
los pobres
tiene sus propias reglas
y sus propios caminos
y
sus redomas especiales
y sus vidrios coloridos
y sus vientos
y
sus huracanes
imparables
Aitana Alberti León
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