jueves, 31 de diciembre de 2009

En la sombra de las cosas

Yo prefiero quedar en la penumbra;
quedarme en el secreto de las cosas.

Me gusta introducirme en las criaturas.
Errar como una idea.
Extraño como el arte.
Anónimo,
incierto
y olvidado.

Naciendo, nuevamente,
en cada día.

Adonis

lunes, 28 de diciembre de 2009

El viajero

He dejado
-viajero.
mi rostro sobre el vidrio de mi lámpara.
Mi mapa es una tierra sin creador.
La negación de todo, mi evangelio

Adonis

lunes, 21 de diciembre de 2009

La vida nos sorprende

La vida nos sorprende,
nos pilla de improviso
con la cama deshecha
y la comida puesta,
a punto de vivir,
sencillamente...

Nos acorrala en cada nueva esquina,
en cada tren perdido,

en cada paso dado,
en cada beso.

La vida nos sujeta, nos arrulla,
nos aborda sin más, nos interroga,
nos deja sin aliento, nos ahoga,
nos arrastra,
nos eleva,
nos desploma...
Y al final, sin avisar,
nos abandona.

Marisa de la Peña

viernes, 18 de diciembre de 2009

NOCHES DEL MES DE JUNIO

(A Luis Cernuda)

Alguna vez recuerdo
ciertas noches de junio de aquel año,
casi borrosas, de mi adolescencia
(era en mil novecientos me parece
cuarenta y nueve)
porque en ese mes
sentía siempre una inquietud, una angustia pequeña
lo mismo que el calor que empezaba,
nada más
que la especial sonoridad del aire
y una disposición vagamente afectiva.

Eran las noches incurables
y la calentura.
Las altas horas de estudiante solo
y el libro intempestivo
junto al balcón abierto de par en par (la calle
recién regada desaparecía
abajo, entre el follaje iluminado)
sin un alma que llevar a la boca.

Cuántas veces me acuerdo
de vosotras, lejanas
noches del mes de junio, cuántas veces
me saltaron las lágrimas, las lágrimas
por ser más que un hombre, cuánto quise
morir
o soñé con venderme al diablo,
que nunca me escuchó.
Pero también
la vida nos sujeta porque precisamente
no es como la esperábamos.

Jaime Gil de Biedma

miércoles, 16 de diciembre de 2009

LA MAÑANA ANTERIOR A LA BATALLA

La lucha hoy, mi fin está muy cerca,
y firme es la sentencia de mis horas:
lo supe ayer, andando al mediodía
por un jardín desierto y con mil flores.

Cantando, prendí rosas en mi pecho
y, asiendo unas cerezas, ya la Muerte
sopló sobre el jardín desde el nordeste
y heló toda belleza con su aliento.

Miré ante mí y, horror, vi mi fantasma,
con furia golpeada la cabeza:
la fruta de mi boca en sangre espesa

se había transformado, y ya la rosa
marchita olía, hasta que en raudas lágrimas
pareció que los muertos florecían.


Robert Graves, Junto a las brasas (1916)r

lunes, 14 de diciembre de 2009

Revolución

Siempre habrá nieve altanera
que vista el monte de armiño
y agua humilde que trabaje
en la presa del molino.

Y siempre habrá un sol también
—un sol verdugo y amigo—
que trueque en llanto la nieve
y en nube el agua del río.

León Felipe

viernes, 11 de diciembre de 2009

El mundo

Un hombre del pueblo de Neguá, en la costa de Colombia, pudo subir al alto cielo.

A la vuelta, contó. Dijo que había contemplado, desde allá arriba, la vida humana. Y dijo que somos un mar de fueguitos.

—El mundo es eso —reveló—. Un montón de gente, un mar de fueguitos.

Cada persona brilla con luz propia entre todas las demás.

No hay dos fuegos iguales. Hay fuegos grandes y fuegos chicos y fuegos de todos los colores. Hay gente de fuego sereno, que ni se entera del viento, y gente de fuego loco, que llena el aire de chispas. Algunos fuegos, fuegos bobos, no alumbran ni queman; pero otros arden la vida con tantas ganas que no se puede mirarlos sin parpadear, y quien se acerca, se enciende.

Eduardo Galeano

viernes, 4 de diciembre de 2009

NOVIEMBRE

Las vidas que se enredan con tu vida,
sin principio ni fin: gente que cruza
las calles de tu alma y que sonríe,
que se sienta a tu lado, que entrecruza
palabras, casi nunca de amor, gestos banales,
un día y otro día, años tal vez,
en una ficción de eternidad; las gentes
y las calles, ese rincón de tantas tardes
en un café, los amigos de entonces,
los de ahora, que tan lejos te miran,
los nombres como llaves que no abren
ninguna cerradura, alguna vez los vuelves
a pronunciar en sueños, gente
que ha doblado una esquina y que regresa
o no regresa nunca o trae en la mano
extrañas flores de un jardín remoto,
las vidas que entretejen en tu vida
sus cintas de colores: el azul de unos ojos,
las manos que tuviste entre las tuyas,
palabras de una noche susurrada,
desconocidas vidas que han seguido su vida
lejos de ti, y en ti, hasta que un día
-se casó, ha muerto, nos vemos a menudo-
te das cuenta de que fueron sólo
anónima ceniza que esparce y desordena
sobre el mar de tus días
el impaciente viento de noviembre.

Luis García Martín

miércoles, 2 de diciembre de 2009

¿Y por qué te hago falta?

“¿Y por qué te hago falta?"
(Laura, 3 años)

¿Qué por qué me haces falta?
Pues ¿quién me llevaría
a la rama más alta del verano?
¿Con quién aprendería a pronunciar
correctamente las palabras verdes?
¿Cómo iba a saber yo cuándo un 8 está triste?
¿Y el nombre de una nube? ¿Quién podría
enseñarme el camino
para volver a aquel domingo en que sonaba
la música feliz del arco iris?
¿Cómo me entendería con las cerillas?, dime.
Y si nevara -sobre todo, esto-
¿cómo distinguiría yo la nieve
mayúscula y minúscula para no hacer el tonto?

Miguel D´Ors